31/12/04

Atcfye (31/12/04) Mina de Jaravía

La Mina de Jaravía


   Mavil se acaba de mudar de casa en Molina y Dani le enseña a hacer presas de escalada. Yendo de Murcia a Lorca en el Toyota oigo a Dani contar a Mavil los problemas que ha tenido ayer  con los moldes de las presas que flotan-como-una-ballena. Desde Lorca nos desviamos hacia Aguilas y Calarreona. nos decidimos por lo último. La autovía supera un puerto de escasa altitud y luego se desliza hacia el mar con suavidad entre colinas desérticas, oasis y zonas de invernaderos. En la luz clara y diáfana del sur, el paisaje, árido, se perfila con nitides. El mar envuelve por el sudoeste la tierra de all-the-colors-for-yuor-eyes y resuelve la costa de Terreros en mil pequeñas calas. Poco después alcanzamos una desviación hacia Pulpí y tras dos kilómetros aterrizamos en Jaravía. Tenemos claro que hay que mantener la boca cerrada mientras tomamos unos cafés servidos por una dulce quinceañera que no tiene muy claro todas las variantes de cafés que existen. La boca cerrada pues la Mina de Jaravía tiene todos sus accesos bloqueados, salvo uno que tiene la puerta de hierro bien puesta, desde que se descubrio la geoda. Todos los accesos bloqueados y las posibilidades de entrar, escasas, en manos de un Dpto. de la Universidad de Almería. Y la Guardia Civil enterada del tema y los vecinos de Jaravía también. Sin embargo Mavil con el tesón y la suerte que le caracterizan, ha encontrado en uno de los accesos bloqueados un fallo que permite, con riesgo, acceder a la mina. Se trata de un pozo de mina bien construido -que en principio no tendría ningún peligro- en el que la “gestión de la mina” ha arrojado con una excavadora abundantes escombros que han quedado empotrados entre la obra del pozo y entre sí formando un tapón que no está completo y que permite pasar (Virgen del Socorro líbranos de todo mal).


        Cuando llegamos a la explanada de la mina hay otro coche y pensamos, en un principio, que pertenecerá a un grupo de visita en La Geoda. Pero en realidad se trata de una pareja de catalanes que están buscando minerales en las escombreras. Me enrollo a hablar con ellos y largan que acaban de realizar un curso de cinco días de Gelogía y Minerales con todo organizado y que ellos se han quedado un día más. Por supuesto no les cuento lo que hemos venido a hacer. Por el contrario, les imitamos y nos dedicamos a buscar bonitos cristales de yeso, pirita, galena, siderita y otras cositas similares por todas las escombreras, pozos y excavaciones de los alrededores con la esperanza de que nos dejen el campo libre. A las dos y media llevamos casi dos horas coleccionando piedras y los catalanes picando con sus martillos todo lo que les llama la atención. Pero el hambre puede más que la curiosidad y por fin se piran. Entonces nos ponemos, febriles, al trabajo.


      Instalamos el pozo a partir de un gancho del Toyota y reenviamos a partir de una colaña de madera empotrada en la torre del pozo. De aquí la cuerda pasa entre un bloque mírame-y-no-me-toques y el terroso borde lleno de piedras sueltas. El primero que baja es Mavil que conoce ya la bajada. El segundo soy yo. Durante el descenso le rezo a la Virgen varias avemarías y hago promesas de ser mejor persona si salgo con vida de allí (no estoy bromeando). Bajo la montaña de bloques y escombros cuelgan colañas de madera y de hierro una de las cuales tiene seis metros y está vertical y en medio del pozo con su afilada punta mirando directo al fondo. Unos 18 metros más abajo se accede a una galería de mina pero el pozo se pierde hacia las profundidades al menos unos 50 metros. Marisa se niega a bajar y Dani baja el tercero. Una vez en la galería todo lo demás es coser y cantar. Avanzamos hasta que esta primera galería desemboca en una galería importante, por la izquierda se va a la entrada habilitada y por la derecha hacia La Geoda. Caminamos unos 500 metros tomando siempre todas las desviaciones a la izquierda. Entonces alcanzamos una galería que se estrecha formando una gatera entre vigas de madera y seguimos los cables eléctricos que van del grupo electrógeno hacia La Geoda. Una rampa, seguida de un corto pasamanos y de una escalera vertical de 7 metros, asegurada, nos conducen a una plataforma donde hay una escalerilla de aluminio. Esta escalera asciende 3 metros hasta una gatera entre cristales de yeso llamativamente grandes. Aquí empieza La Geoda. Lo que pueda contaros sobre este lugar es nada. Toda descripción se quedará corta pero lo voy a intentar: imaginaos la típica geoda que venden en las tiendas de minerales pero multiplicad por 50 o 100 su escala. Obtendréis una geoda de unos 5 metros de larga por 2 a 2.5 de ancha y 1.5 a 2 de alta cubierta de cristales de yeso transparentes de 0.5 a 1 metro (o incluso más) de tamaño. Cubierta por el techo las paredes y el suelo. La transparencia permite intuir la roca que rodea a los cristales de La Geoda. Personalmente me instalé sobre una cara horizontal de un cristal del suelo del tamaño de un pequeño sofá y me quede allí quieto entre media y una hora por que no había nada que decir. Me entró un estado reverencial frente a una maravilla tal. Permitidme que os diga que, aunque hemos entrado furtivamente a La Geoda, antes de entrar nos cambiamos a luz eléctrica de leds y nos quitamos las botas y toda la ropa sucia para entrar en calcetines y con ropa limpia. Es lo menos que puede hacerse.


         De vuelta hacia la salida recogimos algunos trozos de mineral de las escombreras en las galerías y nos entretuvimos calculando las posibilidades de entrar por algún otro pozo más seguro. Desde luego durante el ascenso por el pozo tuve tiempo de encomendarme a Todos los Santos. Os confieso que no volveré a entrar por ese pozo aún a pesar de la maravilla que defiende. Fuera ya, el atardecer hace que los colores sean más cálidos. Volvemos hacia Murcia contentos de haber contemplado La Geoda.

    

Atcfye (31/12/04) Verde-Almagra

La Verde

     a manu le acabo de conocer en la estación de tren de solares. juan me habla a veces de él y esta interesado en hacer espeleo. le llamo y le propongo ir al torcón de la calleja rebollo el sábado antes de la cena del club. la mañana del sábado esta lloviendo pero hay otras opciones: la hoyuca, la 415, la red del gándara. al final vamos a la verde. esta cerca de solares, en la cavada, a cinco minutos del coche. es divertida o a mi me lo parece. la cueva esta al borde de un prado cercado y tiene un aviso de perro peligroso. también hay ovejas pero nos preocupa el perro. bordeamos la cerca y nos sentimos más seguros. después entramos y ascendemos unos 20 metros por el prado. encuentro la cueva y llamo a manu. a dos metros de la cerca esta la verde y junto a la entrada encendemos los carbureros. bajamos destrepando un  recorrido helicoidal y pasamos una gatera sencilla. secamos un charco, a base de achique y esponja, y pasamos otra gatera más difícil. visitamos una red de diaclasas ortogonales que acaban cerca de la superficie y ascendemos por una escala al piso de arriba. visitamos dos salas, atravesando gateras, y nos quitamos todo el material. una de las gateras, estrecha, fue desobstruida por juan con microexplosivos hilti y quedo muy justa. hacia la parte principal de la cueva la galería es un laminador arenoso y gateamos entre columnas pequeñas. desembocamos en una gran galería con formaciones y goteos que llenan un grupo de gours. a manu le gusta la cueva y a mi me gusta oir sus comentarios. avanzamos por una zona fósil y atravesamos un desfondamiento con un pasamanos. la galería gira a la derecha 90º y luego a la izquierda otros 90º. cincuenta metros más y llegamos a un aporte que convierte el suelo de la galería en arenas fluviales. caminamos siguiendo el riachuelo y atravesamos un laminador-duna. seguimos la galería y el riachuelo con arenas hasta una gatera por la que se introduce. no queremos mojarnos y nos volvemos por el mismo camino hasta el comienzo de la galería grande. tomamos un ramal en sentido opuesto. este ramal lleva a unas formaciones que se sortean por pasos reducidos y, tras un destrepe, a una galería que se colmata de arena cincuenta metros más allá. al salir sufrimos un despiste en los laminadores y titubeamos dos minutos. volvemos a la superficie y no entramos en el prado. bajamos abriendo un surco entre la maleza y llegamos al coche. una pareja de paisanos de edad avanzada nos preguntan y manu responde. aparece el propietario del prado y nos informa que el perro nunca esta suelto. volvemos a solares y nos separamos en la estación de feve.   


La Almagra
     Fortuna esta sobre la falla en la que se asientan las fuentes termales de Mula, Archena y Fortuna misma y la tierra está caliente. En esta falla se origino el terremoto, de intensidad 5.6, del 98. Hoy 25/12/04 antes de darme un baño en la piscina termal de Fortuna, al aire libre bajo las palmeras, decido ir a cansarme un poco en la laberíntica cueva de La Almagra (almagra: óxidos de hierro para pinturas). Sin embargo no tengo muy claro si podré entrar ya que es la cuarta vez que intento dar con La Almagra sin conseguirlo. Pregunto a una pareja que pasea con un perro junto al cartel indicador del sendero a la cueva, pero resultan ser ingleses y no saben como llegar. A continuación pregunto a otra pareja que viene en bicicleta pero resultan ser holandeses y no nos aclaramos aunque, de cualquier forma, no parecen saber mucho. De nuevo pregunto a una pareja que viene en coche pero, aún siendo murcianos, no saben nada de La Almagra y tratan de enviarme a Cueva Negra. Finalmente pregunto a una pareja que viene con un perro en un Mercedes y que aparcan junto a la casa del cartel. El hombre me dice que ha intentado encontrar la cueva varias veces y que no lo ha conseguido. Decido dejarme guiar por el olfato de espeleólogo y sigo la dirección del cartel indicador por la pista hasta que me desvío a la izquierda por un sendero de cabras entre bancales; observo que hay un contacto entre pudingas calcáreas (calizas bioclásticas del Tortoniense) y terrenos de labor formados por tierra roja. Sigo la línea de contacto mirando todos las vaguaditas en los conglomerados. En la primera vaguada descubro una de las entradas a la cueva en forma de pozo de unos cuatro metros. En la segunda vaguada esta la entrada principal.
      La cueva es un red de conductos freáticos de tamaño modesto pero no en exceso. Las galerías se ramifican a izquierda y derecha y también arriba y abajo. Es posible despistarse con gran facilidad pero la cosa no es grave pues dando algunas vueltas siempre vuelves a encontrar referencias. El desarrollo topografiado es de 755 metros y el desnivel máximo entre puntos de la cueva de 22 metros. Como su nombre indica el color dominante es el rojo oscuro de los óxidos de hierro y la cueva fue explotada por romanos y árabes para extraer almagra. La entrada del pozo conduce a un corredor donde crecen algunos musgos y helechos gracias al 95% de humedad ambiental y los 27º/30º de temperatura media a lo largo del año. El corredor culmina en una sala de apenas 3 metros de diámetro, y a otros tantos por encima de esta sala continúa la galería, ya más ancha, hasta un amplio salón del que parten varios ramales estrechos y de escaso recorrido. Un pasillo que forma recodo con esta estancia conduce a un falso pozo semejante a un embudo con bordes estriados y acanalados. En su base surge una cómoda galería donde se abren diversas oquedades con desarrollos que mueren a los pocos metros o devuelven antes o después a la galería. Esta galería culmina en un pasaje que da acceso a la segunda entrada. Esta segunda entrada se transforma en un conducto de proporciones crecientes. En el primer recodo aparecen dos tubos, el de la izquierda conduce a una sala de medianas proporciones y el de la derecha es una abertura oblonga que llega hasta la base del falso pozo. El conducto principal continúa, tras un resalte, hasta introducirse en una amplia sala bifurcada con un sumidero. Hacia la derecha aparece un sala circular; hacia la izquierda continua la galería principal hasta llegar a otra sala con, lo que parecen, marmitas invertidas en el techo. A ambos laterales de la sala amplia parten otros pasillos. Uno de ellos, que parte hacia la izquierda, conduce a través de una gatera a una sala con algunas formaciones, más bien escasas en esta cueva, y sin comunicación con el resto de la cueva.
       Salgo casi sudando al frío aire de diciembre y me voy a la piscina donde me sumerjo en el agua a 36º rodeado del fresco ambiente. La gente se relaja placidamente pero no es aconsejable estar más de media hora en el agua tan caliente bajo amenaza de deshidratarse y quedarse sin fuerzas. No llego a estar, en total, más de una hora y cuando salgo me voy a un barecito que hay al lado y me tomo una cañita con almendras saladas fritas que están de vicio. Desde luego no es una cueva para echar las campanas al vuelo pero teniendo en cuenta el palmeral, el Balneario y el paisaje que nos rodea merece la pena hacer una visita e incluir La Almagra. 

27/11/04

Renglones Torcidos (27/11/04) Sistema de Oreña

Completamente idos nos vamos de espeleo. Quedo con Cesar en Erosqui a las nueve y media y tras estar a veinte metros uno del otro durante cinco minutos nos conseguimos ver... seguramente la ceguera es universal. Por el camino a Puente de San Miguel le da tiempo a contarme todas las babosadas que le han tocao las pelotas los últimos días. En la ermita  de San Roque hay una manada de cazadores que piensan cazar algo. Están bien armados y preferimos no insultarles llamándoles cabrones-hijos de puta-asesinos. Al poco los primeros matabichos desaparecen y llegan otros de la misma calaña que acusan a la manada anterior de furtivos y fuera de la ley. Nosotros empezamos a pensar que no vamos a salir con el pellejo entero de esta aventura. Le pregunto a un matabichos si no nos confundirán con un jabalí y el muy cabroncete me muestra su mejor sonrisa. Moisés aparece media hora tarde a pesar de ser el instigador del puto madrugón. Mientras nos mamamos con parsimonia más de una hora pa prepararnos le da tiempo a contarnos toas las desgrasias que lan sucedío viniendo de Comillas; llega a darnos grima escuchar tal cúmulo de casualidades adversas. Como en el fondo estamos hasta los huevos de tanto curro en este Sistema nos dedicamos a sopesar las posibles tareas; elegimos lógicamente la que menos pesa: una que trata de hacer más cómoda la entrada a Gaterópolis ensanchando una fisura que da acceso directo a ese arrastradero. Así nos evitamos bajar un pozo de 40 para subirlo, como imbéciles subnormales profundos, de inmediato por el otro lado. Y siempre tendremos suficiente con arrastrarnos por Gaterópolis unas cuantas horas. Pa ensanchar la fisura utilizaremos unos fórceps que guardo en un pequeño maletín amarillo regalo de la empresa de Moisés. Queda perfecto. Me siento bien con todo el equipo limpio, la saca bien estibada y todo en perfecto orden; lástima que solo dure unos minutos, el tiempo necesario pa entrar por la asquerosa boca de la sima y empezar a arrastrase; al cabo de un minuto estará todo hecho una mierda. Aunque por otra parte no esta tan mal eso de que lo ensuciemos, desordenemos y rompamos todo.
 Por la vereda hay barro, zarzas, y un bosque de tojos de tamaño XXL. Nos pinchan a tope a pesar de ir disfrazaos de rinocerontes. Finalmente acabamos a palos con las zarzas, lianas y tojos montando una batalla campal pa llegar a la boca de la torca del Hielo. Solo falta que nos peguen un tiro la manada de cazadores salvajes y borrachos que han soltado hace un rato en la explanada de San Roque pa rematar el mogollón de pinchazos y resbalones. Cuando nos dejamos caer por el asqueroso tobogán lleno de barro de la entrada me siento como un niño haciendo una travesura. Solo falta que mama venga a reñirnos por ensuciar la ropa. Ahora os voy a confesar la verdadera razón de que me guste entrar en las cuevas: mi deseo frustrado de ensuciarme sin ninguna represión. He tardado mucho tiempo en darme cuenta pero se trata de una verdadera pasión, rebozarme primero en barro fangoso y luego arrastrarme por una gatera arenosa para quedar como una croqueta. Finalmente puedes tiznarte con el carburero y así alcanzar el éxtasis. Os lo recomiendo encarecidamente; no os lo perdáis. Tenéis oportunidades cojonudas de realizaros en la pocilga de la sima del Valturón; o simplemente en la entrada de La Iglesia en la Hoyuca.
Tropezando y dándome coscorrones, me asomo al segundo pozo de la Sima del Hielo y me congratulo de que este casi seco. Las últimas ocasiones en que lo bajé me obsequió con duchita de agua por el cogote. Abajo inicio un rápido movimiento hacia la gatera de acceso a la Red para no detenerme a pensar. Sin embargo mis pensamientos negativos me atrapan a mitad de gatera empujando la saca que ha quedado empotrada delante de mi y  sobre un charco atravesao ; me esfuerzo por no caer ni dejar caer a la saca; trato de levitar pero la carne es débil... solo consigo ensuciarme un poco menos y enfurecerme un poco más por haberme dejado engañar another time. Respiro con amplitud cuando salgo de la puta gatera  y camino erguido con mi saca a la espalda. Breves arrastradas y contorsiones nos conducen a la galería 2001...voy sintiéndome mejor, he conseguido quitarme un peso de encima. Moisés trata de liarnos para alcanzar el pozo de la Castaña por la galería de la derecha (con una “pequeña” desobstrucción) pero César y yo no nos dejamos engañar por las apariencias y nos arrastramos por los laminadores y gateras de la izquierda; al fin y al cabo no son tan desagradables (nota: nadie debe ver aquí una intencionalidad políticamente incorrecta; solo nos atenemos a los hechos).
Por fin nos asomamos a la raja negra que da sobre el pozo. La estrechura tendrá un palmo de ancha y no parece nada difícil de liquidar. Pero las historias reales se escriben con renglones torcidos. Para empezar la bonita pieza que Moisés trae para conectar en el hueco de la batería del Maquita no hace los contactos correctamente. Entonces usamos directamente los hilos para hacer los contactos. Para nuestra sorpresa conseguimos que funcione renqueando como un borracho saturao, es como si la gorda y pesada batería no estuviera recién cargada. Moisés nos asegura con mirada entre torva e implorante que la recargo anoche y que los cables son de un aspirador y por lo tanto “cojonudos”. Visto que pasan las horas y no hacemos nada aquí enterraos (y pensando en el sol del exterior) decidimos como último recurso utilizar las baterías originales de la Maquita para hacer “algo”. Al cabo de un taladro y medio nos deja colgaos sin más. Lo máximo que conseguimos es un agujero de 40 cm/ batería Maquita. La frustración planea sobre nosotros como una bandada de buitres sobre el cadáver de una vaca y César en un paranoide alarde científico y tecnológico comienza un verdadero test para localizar el fallo de energía. Nos deja alucinaos haciendo paso a paso una reducción del problema hasta que no queda otra cosa que uno de los polos del cable del aspirador como responsable. Es muy fino, se calienta y, además, esta casi cortado haciendo que se pierda toda la potencia. Con pedazos de cinta y mocos de la nariz conseguimos que todos los contactos funcionen y podemos hacer el resto de los taladros. A todo esto se nos han hecho las siete. Cesar prueba el ensanche y dice que se puede pasar pero que es algo incómodo. Moisés y yo nos miramos incrédulos y decidimos pasar de él; ya nos hemos esforzado suficiente solo para conseguir llegar a arrastarnos a Gaterópolis un poco antes.
         Andandito nos movemos con toda la rapidez que podemos. Trato de escapar de mis premoniciones sin éxito: al cabo de un rato estoy de nuevo ante la puta gatera pero ahora cansado y harto. Como me deprime ser el último y quedarme descolgao viendo como los demás se van sin esperarme entro el primero en la gatera. Si bien fui muy cuidadoso con la saca al venir, ahora no tengo tantos miramientos y utilizo la técnica del escarabajo pelotero para pasar. Afuera es noche cerrada y el camino de vuelta a los coches lo hacemos sin parar de parlotear sin sentido inflándonos de satisfacción y de planes enloquecidos. Parece que hace buena temperatura pero la realidad objetiva (¿qué es eso?) nos dice que no es así debemos estar a 10 grados; siempre salgo caliente de las cuevas... Para nuestra desgracia seguramente volveremos a este agujero alguna vez más. 

6/11/04

Mycueva® (6/11/2004) Hoyuca

El domingo pasado Moises y yo quedamos en Solares para subir a la cueva de Hoyo Salcedillo y visitar la red SARP. Pero estaba lloviendo y las ganas de subir mojándonos no eran suficientes como para vencer la inercia y la pereza. Queríamos cueva pero no mogollones hasta llegar a la cueva. A Moisés es difícil convencerle de ir a una cueva si no esta motivado de antemano. Además si la cueva tiene mala fama en el entorno de los espeleólogos conocidos por Moisés todavía se pone peor la cuestión. Y es bien sabido que La Hoyuca no tiene buena fama entre la gente del SCC. En realidad ese clima de opinión solo puede ser debido a la única incursión a la cueva realizada por un colectivo del SCC hace varios años y en la que participaron Isidoro, César, yo, y creo que  Guillermo también. En esa memorable salida realizamos una de las pocas –por no decir únicas– travesías entrando por la Hoyuca y saliendo por el Hoyo de la Reñada (Cueva Riaño según los catálogos de la MUSS y entrada a una de las cuatro zonas principales en que dividen los exploradores ingleses al Sistema de los Cuatro Valles). En realidad no hay ninguna dificultad especial en dicha travesía; solo que hay muchas pequeñas dificultades, tales como gaterillas y arrastradillas, y un pesado tramo llamado Gorilla’s Walk (el Sendero de los Gorilas) que es muy pesao. La pesadez de este pesado tramo se debe a tener que ir agachado o doblado –con el agua hasta el pecho en muchas ocasiones– durante un recorrido que se acerca al kilómetro (¡¡¡). Por lo demás es una bonita y agradable travesía en la que se puede ir a contemplar una enorme chimenea cilíndrica ascendente de una rara perfección con casi cien metros de altura por 15 de diámetro y que los ingleses llaman Astradome. La reverberación en el Astradome es espectacular. En aquella ocasión el cansancio de algunos participantes debió inducir cierta fama de dura a la travesía que por lo demás debería ser una de las travesías más divertidas y transitadas de Cantabria. Sin embargo esa no fue la primera vez que entre en el Sistema de los Cuatro Valles ni tampoco la última. De hecho durante unos tres años entre al Sistema de los Cuatro Valles por lo menos unas veinte veces. Además La Hoyuca  fue la cueva con la que retome la espeleo después de un largo periodo y es la cueva a la que suelo recurrir cuando deseo entrenarme o divertirme un rato haciendo espeleo. Tiene la enorme ventaja de que se tarda dos minutos del coche a la boca y de que esta a menos de quince minutos de Solares. La realidad es que esta cueva esta un poco infrautilizada para las enormes posibilidades que tiene. Creo que los ingleses a estas alturas están saturados de Hoyuca. Por otra parte, y a pesar de que los ingleses del MUSS afirman lo contrario, otra de las travesías posibles en este sistema, la travesía Hoyuca-Carcavuezo, debería habilitarse, limpiarse de bloques inestables en el paso crítico y señalizarse mínimamente. Sería una bella travesía entre dos valles: Riaño y Matienzo.
                        De cualquier forma fue la cueva que le propuse a Moisés en sustitución de Hoyo Salcedillo. Refunfuño un poco pero enseguida se ilusiono cuando le conté que la cueva dispone de anchas y hermosas galerías, de una red laberíntica de entrada sumamente divertida, de formaciones, ríos y muchas más atracciones como el Sendero de los Gorilas o Quadrafenia. La lluvia no caía a mansalva pero tampoco dejaba dudas acerca  del tiempo. Durante el pequeño viaje Moisés me contó la actividad del puente pasado en la Torca de Rosneras. Rosneras y el Sistema de Oreña se acercan a menos de 100 metros y tanto la dirección de las últimas galerías descubiertas en Gaterópolis como la estructura de todos los conductos parecen indicar que fueron el mismo sistema aunque ahora los conductos que conectaban ambas cuevas estén casi colmatados de sedimentos y cortados por desfondamientos fósiles que conducían hacia zonas activas más jóvenes. Moisés, junto con César e Iñaki, fueron a mirar la zona de Rosneras más cercana al Sistema de Oreña y coronaron tres escaladas, lo que les permitió descubrir una gran galería en la dirección adecuada pero con un tapón de sedimentos arenosos. De cualquier forma esto es un signo positivo de que andamos en la dirección correcta para conectar ambas cavidades. De pasada Moisés y yo proyectamos una estancia en Hoyo Salcedillo para conocer la cavidad a fondo y varias actividades en el Sistema de Oreña. Y con todas estas charlas nos colocamos en Riaño, justamente en el barrio de la Iglesia, y al fondo de un pequeño polje que los del pueblo llaman la Hoyuca. En un momento nos colocamos la indumentaria y nos colamos por el pequeño agujero de entrada. Parece imposible que un agujero tan cutre sea la entrada a un sistema tan enorme (desde luego dice mucho de la tenacidad de los ingleses). Existe otra entrada cercana que a veces se ha utilizado pero, aunque es más ancha  y tiene menos gateras, hay que atravesar a rastras una pocilga de barro y restos de vaquerías: no es recomendable. Los ingleses se vieron obligados a utilizar esta salida durante la evacuación del cadáver del espeleólogo que murió en el Astradome al confundir la cuerda de descenso, en la cabecera de la chimenea, con un cabo de cuerda sobrante que se acababa a los pocos metros.
Tras unos pasos iniciales por una zona estrecha la cavidad se abre de golpe y aparecen varias salas con formaciones y algunos goteos insistentes. Desde varios puntos es posible penetrar hacia el sur por redes de gateras y meandrillos y así alcanzar una ancha galería arenosa que en varios zig-zags rectilíneos de centenares de metros nos lleva hacia uno de los muchos ríos de esta cavidad. Optamos por seguir la ruta clásica hacia dicha galería y visitar a la vuelta una de las conexiones exóticas. La verdad es que a pesar del número de veces que he pasado por ahí siempre dudo, menos mal que las flechas e indicaciones que han ido dejando los visitantes ayudan pues los conductos son todos muy parecidos. De cualquier forma es una cueva poco visitada y eso se nota enseguida que entras. Su último visitante parece ser un astuto zorro que ha dejado sus caquitas por las salas más cercanas a la entrada; desde luego el zorro tiene los gallineros de Riaño a un tiro de piedra. Una vez en la ancha galería avanzamos con alegría con el objetivo de visitar el comienzo del Sendero de los Gorilas, pero al poco rato de camino nos encontramos una escala que asciende a la derecha hacia una ventana. La curiosidad puede más que nada y subimos por la escala. Nos conduce a una divertida red de galerías que nos hace sudar, con un pozo ascendente regado. Un pocete instalado con spits nos frena del todo. De vuelta a la galería arenosa seguimos con nuestras charlas en que proyectamos el oro y el moro y alcanzamos el río dejando a la derecha la entrada a Quadrafenia. Y en poco tiempo nos colocamos en la desembocadura de un pequeño afluente que suele estar seco. Por este afluente se alcanza el cortocircuito de un sifón en el río principal que conduce al Sendero de los Gorilas; pero para pasar hay que arrastrarse y el conducto esta semiinundado por las lluvias recientes: o nos empapamos o no pasamos. Decidimos ser comodones y volvernos para hacer turismo en la enloquecida red de Quadrafenia. Nos cuesta un par de intentos dar con la entrada pero a partir de ahí nos lanzamos a una red de galerías que se ramifican de forma abundante. Siguiendo la ruta que nos parece principal llegamos a una sala con chorro en el techo de donde salen otras galerías Escogiendo la que aparenta ser mayor llegamos a unos desfondamientos que sorteamos como podemos quedándonos sin poder pasar uno que conduce a más galerías. Por un  estrecho pasillo vamos a dar a un red de galerías muy concreccionadas y ramificadas. Tras hurgar un rato por allí nos volvemos al río principal y descansamos. Ya hacia la salida reconocemos una galería colgada que vuelve a dar al río y un afluente del río principal que desemboca a mano izquierda. Por este bonito afluente transitamos unos 300 metros de cómodo meandro aguas arriba hasta una zona en que decrece el tamaño. Como seguimos comodones nos retiramos placidamente. Elegimos una exótica ruta hacia la salida que remonta un sinuoso meandro para pasar por una gatera a la parte alta de un meandro que se destrepa en oposición. Todas estas rutas hacia el interior de la Hoyuca son reconocibles siguiendo soplos de viento muy definidos.
En el exterior ha mejorado el tiempo y disfrutamos de la relajante sensación que produce la hierba mojada brillando al sol aderezada por el suave cansancio que proporciona una actividad bajo tierra. Esta parte de las excursiones espeleológicas es la mejor. Hay bienestar físico y una agradable laxitud que invita a folgar y charlar. En algunos casos he sentido un especie de subidón al salir de una actividad fuerte, como si se te hubieran despertado todas tus potencias..., pero no se si los demás también lo habéis sentido alguna vez. Moisés me acompaña a casa para recoger un CD con fotos del Carrio y de paso le muestro un trozo del último video sobre Pirineos que he andado editando. Dentro de poco posiblemente volveremos a hacer espeleo juntos. Quizás Rosneras o el Sistema de Oreña o la Tibia-Fresca o La Rubi... hay muchas cuevas para explorar y visitar.  

3/10/04

Arco Iris (3/10/04) Cueva Honda


             Lo primero fue organizar una bonita excursión a Benasque para hacer la travesía Bujerín del  Alba-Cueva del Alba...pero no hubo cobertura: surgieron dificultades. Lo segundo quedar con César y/o Raúl y/o Moisés para hacer espeleo en La Mole o en Hoyo Salcedillo pero al final no vinieron a Cantabria. Lo tercero fue quedar con Alfredo para ir a hacer espeleo (había quedado con una gente de Alto Duero en Matienzo pero podía “haber problemas” con ellos). Lo cuarto fue llamar a Juan Colina que me dijo que en el club no había nadie salvo el y Javier y que el se iba al Soplao por asuntos institucionales. Lo quinto fue quedar con Ángel pero no tenía plan y se incluía en el plan de Alfredo (¿?). Lo sexto fue que el resto de la gente del SCC no suele salir y que el resto de la gente del AER se había ido a escalar el Naranjo. Así que el sábado no hice espeleo pero como hace un mes y medio que no salía decidí ir a una cueva el domingo aunque fuera “solo”. Más que otra cosa por estrenar unos guantes que me he comprao y por comprobar que el carburero sigue funcionando. Y como soy como mi madre me parió saqué el libro de Pepe León de la estantería y me puse a mirarlo, el mismo domingo, repasando cuevas y simas que me motivasen. Fui descartando, unas por mucho coche, otras por mucha cuerda, otras por que ya he estado muchas veces, otras porque no molan y ya estaba un poco mosca cuando recordé de los tiempos en que Guillermo salía que me insistió en ir a una cueva en Ampuero que molaba cantidad según el: Cueva Jonda. Agarre el coche metí mi bonita saca con una baguette de carburo, mi casco de mierda, mi carburero decimonónico, el mono interior, el exterior, las botas de pocero Aigle, la tika, agua y cuatro chucherías pa comer. Me memorice la topo a grandes rasgos y me largué. A menos de un kilómetro de la Bien Aparecida tomé un desvío a la derecha que me llevo a una cabaña guapa. Deje el coche me quite la camiseta me puse la saca a cuestas y me encamine pista abajo hasta un prado con vacas y pastor moderno. Cruce el prado me metí en un bosquecillo bucolicón y alcancé el arroyo que se sume en la bocaza de Cueva Jonda. Allí mismo en una zona umbría, seca, fresca y limpia me preparé. El arroyo enseguida, girando hacia el norte, se encajonó en una galería de dos de anchura por cuatro o más de altura y en un minuto mirando al arroyo localice en el agua una simpática anguila de palmo y medio. La saludé de parte de todos pero no me respondió. Luego llegué a una zona en que el arroyo se sumía y continué por arena; dejé la saca en una galería culo de saco a mi izquierda y continué con lo básico. Tras gatear un ratito entré en una sala en la que se oía agua de nuevo. No era el mismo río sino un afluente del de la entrada. Lo seguí aguas arriba por una galería limpia, aseada y encantadora hasta unas salas y seguí más arriba aún hasta un sifón con hilo guía del que el afluente surge limpio y transparente...arriba una chimenea y galerías superiores que no visité por el batacazo en el destrepe posterior. De vuelta a la sala me metí por unos gours que daban al río aguas abajo y entré en una galería alta y estrecha (1X5 o más según zonas)  el arroyo a veces se hacía profundo y pasando de cuidados me metí en el agua fresca. Tampoco era para tanto. Así avanzando con comodidad me encontré una nueva anguila de palmo y medio hermana de la primera. Le di recuerdos pero no me hablo. Al cabo de un rato me encontré con un ancho afluente a mi derecha que deje para visitar a la vuelta y continué por la galería principal. Poco a poco fui cueva adentro, pase un desprendimiento con trepada y destrepe y seguí un buen rato más. Percibía un soplo definido aguas abajo. Entré en una zona en que había que gatear y agacharse en progresión geométrica y en las arenas había tallos de plantas con poco futuro. Y entonces me pareció que mejor me volvía. No tenía ganas de arrastradas. Ya de vuelta me metí por el afluente de la derecha que resulto ser la parte más grande de la cueva (de hecho muy grande) con un par de salas. Al final un gran desprendimiento y una zona fósil con arcilla húmeda y arenas secas, cómoda para sentarse y descansar. Un cartel de tizne indicaba que el sitio había sido bautizado como La Taberna. Por allí anduve enredando un poco en gateras y salitas y cuando vi lo que había que ver me marche a buen paso hacia la salida. No tardé mucho en alcanzar mi saca, la entrada (que es el mismo sitio que la salida pero mirado con otra mirada), el prado y la cabaña donde me comí una manzana de primer plato y queso de cabra con pan de segundo. Los caballos resoplaban alrededor bajo las sombras.

24/8/04

Camp (24/8/2004) Sistema del Carrio

Cuando me vine a dar cuenta me quedaban tres días para preparar el campamento del Carrio y muy pocas ganas de comenzar a hacerlo. Así que llamé a Isidoro y Juan para sacar algo de material del club. Isidoro andaba mal de tiempo y Juan muy ocupado. Finalmente el miércoles 18/8/04 al atardecer pude quedar con Juan en el local. Había un poco de carburo que complemente con reservas propias para llevar una cantidad razonable. Pude enterarme a través de llamada telefónica a Isidoro que la taladradora estaba en poder de Javier; supuse que las brocas también lo estarían ya que no pudimos encontrarlas en el local; cuerdas no había muchas pero dado que la Sima del Carrío está casi instalada y que no se preveian verticales nuevas consideré que eran suficientes de momento; de todas formas dude ante la falta de marcas para saber la longitud de las cuerdas: tomé una “larga”, otra de longitud “media” (marcaba 48 pero ¡ojo! no los tenía) y una tercera “corta”. Me proveí de un equipo de espitar, mosquetones, chapas y de un equipo de topo (no era el moderno que, inexplicablemente, faltaba). Por otra parte esa misma tarde había estado con Wychy en Ramales y preparamos una lista de comida que empezamos a nutrir con las sobras del campamento de Fuenfría; el botiquín, la taladradora de gasolina, un infernillo de alcohol, baterías para Maquita y muchos más detalles quedaron de parte de Wychy basados en las pertenencias del AER. Al día siguiente, jueves, terminé de comprar la comida, de recopilar objetos (y entre otros la taladradora en cuyo maletín no había brocas; por suerte yo tengo brocas de todos los tipos) y de hacer bultos y mochilas. El viernes por la mañana compré pan y a las tres nos reunimos en Solares Wychy, Pedro Hierro y yo. Para las cuatro estábamos en Vadició; por el camino comunicamos con Ángel para ultimar detalles que se habían olvidado y para recomendarles subir por Valdició.
La mula estaba atada a la casa a la hora convenida y en cuanto puse delante de Esteban todo los trastos quedo claro que no iban a poder subirse en la mula, no por peso sino por bulto; de hecho me aseguró que si hubiéramos tenido unos “cestos” para caballerías las cosas se habrían colocado sin dificultad. Pero Esteban es un artista colocando bultos en una caballería y prácticamente lo consiguió poner todo, salvo las mochilas de Pedro y de Wychy. La comida, que inicialmente ocupaba dos cajas de plástico de las de la fruta, fue trasvasada a dos lecheras, de cuarenta litros cada una, que son mucho más fáciles de estibar en la mula. Mi mochila personal pesaba bastante menos que las otras. A mitad de camino el sentimiento de culpabilidad y los sudores de mis compañeros hicieron que me ablandase y tome una mochila de las dos que llevaba Pedro. Cuando habíamos superado el Hoyo Salcedillo se rompió el asa del container de carburo y tuvimos que utilizar la saca de Pedro, que yo llevaba, para meterlo con lo que la mula terminó el ascenso con un bulto más y nosotros con algunas cosas en la mano.
No más llegar empezó a ponerse feo y a tronar; unos minutos después Esteban salió hacia Vadició y la cosa se torno más oscura si cabe. En poco tiempo se organizo una gorda: lluvia, niebla, viento y algún trueno. Teniendo en cuenta los horarios de los que iban a subir pensamos que lo iban a tener muy difícil. A las once, cuando ya nos habíamos acostado sobre la paja del pajar que me hacía lloriquear y estornudar, aparecieron Cristóbal y Ángel, y aproveché para trasladarme a otra zona de la cabaña donde pegase menos la alergia. César no apareció. Según supe el domingo, día en que subieron César y Moisés, a las ocho de la tarde -cuando llego César a Valdició- llovía a raudales así que dejó una nota para subir al día siguiente y se fue a Santander; a las seis de la mañana del sábado llovía en Santander y cuando vino a darse cuenta ya era tarde para subir.
            El sábado nos levantamos despacio y tras unos preparativos largos y pesados nos fuimos a la Sima, mirando con insistencia hacia el valle por si veíamos a César subiendo. Nuestro objetivo era topografiar a partir de la Sala de la Esperanza y  explorar en punta. En los pozos de entrada nos entretuvimos haciendo algunas fotos. En la base de los pozos tuve que convencer a todos de que no merecía la pena llevar equipo vertical. Sin embargo no les quedo del todo claro, pues no detallé el tipo de galerías que íbamos a encontrar en la exploración; solo dije que era previsible que fueran de tipo horizontal y no avisé de la pesadez de la galería TGR. No son solamente las características de las galerías las que hacían que no tuvieran interés inmediato las cuerdas y los equipos verticales sino la sospecha de que la continuación iba a ser en suave pendiente hacia la Posadía, como así ha resultado ser. Tras la TGR y una comida, con algún Sopinstant incluido, comenzamos la topo quedándonos Ángel, Wychy y yo a cargo de la tarea. Rumbo y clino: Ángel, cinta métrica: Wychy, escribano: yo. El trabajo se hizo largo y pesado debido a lo jodido de la mayoría del recorrido. Al principio Cristóbal y Pedro fueron a la par buscando los mejores pasos pero al cabo de un rato se perdieron hacia una punta de exploración. Después de varias horas currando chocamos contra ellos en un sector de galería no muy ancho. Nos hablaron de un afluente , una zona recta y ancha, laminadores, un lago, coladas blancas y un caos de bloques en que lo dejaron por imposible. Los topografiadores continuamos hacia delante y los exploradores comenzaron a salir. Tras un buen rato llegamos a una confluencia de dos galerías similares y avanzamos un tramo cómodo hasta una desviación a la izquierda en forma de laminador con corriente de aire fuerte. En este punto nos pusimos a decidir si seguíamos o salíamos ya. No teníamos carburo, los carbureros estaban empezando a renquear, tampoco teníamos comida; decidimos salir. En la sala de la Esperanza nos habían dejado algo de carburo y comida. Finalmente y tras una penosa marcha alcanzamos los pozos de salida y ya en noche cerrada el exterior. De vuelta en la cabaña nos cocinamos una cena consistente en arroz y lentejas salpicado con vino y cerveza. El cocinero fue Wychy.
            El domingo tras un despertar sobresaltado por los rebuznos del personal aparecieron César y Moisés. Ángel, Cristóbal y Pedro se bajaron tras el desayuno y Wychy, César Moisés y yo hablamos de la mejor actividad para el día: tranquila y relajada. Nos fuimos a prospectar bajo el Colina unas cuantas simas que habíamos detectado hace unos meses. La segunda sima dio una continuación por una gatera sopladora que habrá que mirar. A continuación, bajo un apacible sol nos fuimos a una dolina en Brenacobos que se sitúa, según la topo, sobre la Sala del Hueso. En el fondo de la dolina se sume un regato pero no es penetrable. Dando vueltas por allí cerca César y Moisés descubrieron dos agujeros sopladores y fácilmente penetrables. Mientras tanto Wychy siguió una línea de dolinas, herbosas y empinadas, hacia el sur que podrían tener relación con la Sima del Carrio y yo me dirigi hacia el bosque, en el rumbo de la cueva, por un sendero abierto por caballos y vacas. A media tarde volvimos a la cabaña; César y Moisés se bajaron. Durante un rato Wychy y yo sopesamos las posibilidades de actividad para el lunes: desobstrucción, visita a los nuevos agujeros o punta de exploración con topografía. A pesar del repelús que nos daba la arrastrada del sábado venció la exploración en punta. El resto de la tarde Wychy se dedico a preparar unas pequeñas sacas con todo lo necesario, comida, carburo y material de topo, pero lo suficientemente pequeñas para que no incordiasen en la TGR y su continuación
            Temprano, el lunes en la mañana, desayunamos, más o menos, y partimos hacia la Sima. A las diez menos veinte estábamos entrando y a la una en el último punto de topo del sábado. La preparación de la actividad hizo que todo fuera bien. Decidimos explorar y topografiar a la vez. Nos metimos por un laminador arenoso a la izquierda que en breve torció a la derecha y que tras un par de laminadores nos llevo, de nuevo, al río y el río nos llevo, por un bonito tramo, a un lago de 10x3 metros que pasamos con sumo cuidado por la orilla izquierda. Así llegamos a una sala de la que nos costo salir, por entre bloques, de nuevo a río y tras varios pasos estrechos y una amplia galería a un sifón. Antes ya habíamos perdido la corriente aire entre los bloques de los desprendimientos. De vuelta exploramos una galería meandrosa con formaciones y la continuación del laminador  arenoso en el que comenzamos la topo. Este laminador acabó conduciendo a una zona demasiado baja para seguir pero previamente encontramos varios esqueletos de roedores, probablemente lirones, que nos garantizan que no estamos lejos de una salida. La vuelta por la TGR se me hizo especialmente penosa, pero me recuperé comiendo y descansando un rato. Al anochecer, con niebla y aún algo de luz, saliamos al exterior. Con cuidado de no perdernos en la niebla volvimos a la cabaña y nos hicimos una buena cena: lentejas, cous-cous y ensalada. Además quedaba una lata de cerveza.
            El martes Wychy debía volver por diversos compromisos y llamé a Esteban a ver si podía subir con la mula pero le era imposible: me dijo su hija que se había ido a hacer cosas a Santander. Nos dimos cuenta de que la logística era complicada: yo podía quedarme a esperar la mula y bajar el miércoles pero Wychy tenía las llaves de su coche en el mío. Después de darle bastantes vueltas tomé la decisión de bajarme con él llevándome el equipo personal y  lo más importante y dejar las dos lecheras llenas y preparadas con todo lo demás. Además dejamos abundante comida no perecedera en dos bolsas colgadas anti-ratones. Dicho y hecho. Tras una agradable comida tomamos nuestros bultos y nos bajamos despacito, nublado pero agradable, haciendo numerosas paradas para descansar los hombros, sobre todo los de Wychy que se bajo hasta la taladradora de gasolina a cuestas.
          Los resultados de la estancia son interesantes: unos setecientos metros más de topo que hay que añadir a los casi mil que ya teníamos y una cavidad que se pone en más de cuatrocientos de desnivel...no está mal. Y, aunque sea durillo, hay bastante más por topografiar y explorar en los afluentes  de la galería principal.

fotos en:    http://picasaweb.google.es/anjcor

22/7/04

Erase Heads (18-19-20-21-22/7/2004) Fuenfría AER

Erase Heads:

El primer día llovió. El segundo día llovió también. Pero el tercer día hubo nubes y por la tarde no llovió. Solo la bruma y algo del fresco dejado por la lluvia de días anteriores. Ya no hubo más lluvias.
Era domingo a las seis de la tarde y todo estaba fluido. Conducía por la pista hacia la Plataforma Entremazos y me encontré a Cristobal con Wychy bajando en un coche. Nos saludamos brevemente. Ya estaba casi preparado con mis bultos y entonces llego P.Hierro con su mujer de la que se despidió suavemente hasta el jueves. Caminamos los dos a la par hacia el Campamento de Fuenfría y charlamos sobre cosas cercanas. El camino al Campamento nos llevo entre hayas y me hizo pensar en cuentos de lobos y caperucitas.
Alfredo cocinaba unas lentejas de madre para los espeleólogos del Camp y a la vez cortaba tajadas de un pata negra soriano con tradición familiar. El desordenado orden reinante simplificaba todo y Ángel  bajó conmigo a fregar los cacharros.
En el luminoso anochecer me alejé del Camp hasta un lugar abierto en que conecté con la red MoviStar y escuche con nitidez a los lobos de Salzoso y Masallo aullando. Pensando en los lobos y en la fragilidad de los humanos no me alejé demasiado ni demasiado tiempo. Volví al fuego del Camp y dejé que varias rondas de orujo y hierba pasaran por mí hasta que me fui, bajo una haya nervuda, a disfrutar, en soledad, de la noche.
Era lunes y la bruma había dejado, al sol, gotas de rocío sobre el mundo. Los grupos de trabajo se perfilaron y cada uno se acerco al proyecto que más atractivo le pareció. Quedó claro que yo iba a ir a la desobstrucción del Mortero del Crucero y que me acompañarían Juanchi  de Soria y Pep de Andorra. Planeamos hasta la boca de la cueva y allí nos vestimos el mono y el equipo de verticales. Un pozo limpio y un corto estrechamiento, donde el cadáver de un caballo permaneció el año pasado entero, nos llevaron a una corta vertical. Enseguida enlazamos con el río del Crucero y lo seguimos unos veinte minutos. El paso estrecho no goteaba demasiado y pudimos pasar sin ducharnos, como la última vez que estuve aquí. El trabajo de desobstrucción resulto pesado y poco agradecido; la roca quebradiza, fracturada y troceada hicieron difícil trabajar con la broca de 60 cm. La taladradora de gasolina y la postura en la gatera hicieron cansadas las operaciones y a las seis de la tarde recogimos nuestras cosas y nos volvimos. Esa noche Alfredo cocinó unos garbanzos de madre en la olla a presión y la impaciencia de Juanchi hizo que una parte del caldo saltase como un surtidor desde la olla abierta; pero hubo garbanzos para todos y orujo y hierba y whisky.
El martes trajo claridad, rocío y ganas de ir a otras cavidades. La aproximación a la Sima de la Mole es entre bosque de hayas y sobre lapiaz y las nubes nos dieron frescor al caminar. En menos de una hora, por el camino a Peñas Rocías, y sin perder las señales pudimos sentarnos en la plataforma de caliza sobre la que se encuentra la Mole y Natalie, Bernard, Ángel, Alfredo y yo nos tomamos con placer los preparativos. La sima soplaba aire helado y tras un hermoso pozo, vertical e iluminado por luz del día, un pasamanos aéreo y un péndulo nos condujeron a una enorme ventana. Desde la ventana un incómodo pozo, ramposo y con bloques inestables, nos llevó a una serie de estrechos agujeros que soplaban, como turbinas de avión, aire helado; con una cadena humana pudimos pasar las cinco sacas (tres sacas de cuerdas con 90/80/80) y con paciencia pasar nosotros. Todas esas cuerdas se llevaban en previsión de un posible gran pozo que se había detectado el día anterior; en el inicio del pozo Bernard lanzo la piedra más grade que encontró (de unos cuarenta cm) y tras unos tres segundos de caída la piedra dio un golpe contra la pared del pozo y luego se comenzó a oír un zumbido creciente que se difuminó en una nada. No hubo golpe (¿?). Mientras Bernard iba instalando el pozo y Alfredo iba entusiasmándose, los demás íbamos adquiriendo frío; algunos sacaron los pasamontañas y Ángel le dio friegas en la espalda a Natalie. Uno a uno fuimos empezando a poblar las tiradas entre fraccionamientos en el descomunal pozo. El sonido apagado de la taladradora y, abajo, una lucecita apenas visible significaban que Bernard seguía trabajando en la instalación. Comunicándonos en cadena me llegó la noticia de que a Bernard se le habían acabado las cuerdas sin  tocar fondo en el pozo y que le había faltado poco para alcanzar una sala con varias galerías (¿?). Desde la cabecera del gran pozo Ángel y yo comenzamos a topografiar la sima y, en el ascenso, uno de los puntos de estrechamiento obligó a Ángel a quitarse todo el equipo y a ensayar posturas diversas. Tomamos la decisión de, próximamente, volar en algunos puntos la estrechez y de facilitar el paso maceando varios salientes. La velada estuvo amenizada por los relatos de los exploradores de la Mole (y de otra sima cercana a ésta), y unos ricos espaguetis -con atún, tomate y huevo duro- cocinados por Carol  nos apagaron el hambre. Esa noche Wychy volvió al Camp y un animal grito parte de la noche como si lo estuvieran atormentando.
El miércoles estaba claro y soleado y no hubo duda; me fui a la Mole a desobstruir la estrechez. Wychy, Juanchi y Luismi a seguir explorando la sima y Pep conmigo a realizar las voladuras. Pero las cosas no marcharon como estaban previstas y hubo cambios de planes. El primero  que entró en la sima fue Wychy que se perdió en las profundidades tras escucharle pelear un rato con la estrechez; Luismi se enfermó al entrar en contacto con la frialdad de la sima, Juanchi se negó a pasar la estrechez y Pep, que pensaba quedarse de ayudante conmigo, se fue detrás de Wychy para no dejarle solo. Juanchi se quedo para ayudarme y al cabo de un rato Luismi se subió. Después de retirar todas las cuerdas del sector de trabajo tres tiros liquidaron la primera estrechez y la segunda incomodidad. Cuando estábamos haciendo el cuarto agujero para acabar con la tercera estrechez nos quedamos sin baterías y sin más novedad que un par de martillazos en un dedo y una buena ración de frío abandonamos la sima. A las ocho ya cocinábamos en el Camp un arroz con pimientos y tocinillo y nos dedicábamos a charlar animadamente de todos los sucesos del día. Esa noche vinieron al Camp P.Merino y un amigo de Ramales y se marcharon Alfredo, Bernard y Natalie.
A las 12 de la noche Wychy y Pep no habían vuelto; Ángel y Carol salieron, entre niebla, hacia la sima, llegaron hasta la boca, comprobaron que habían salido y volvieron al Camp. De nuevo, poco después,  Ángel con P.Merino volvió a buscarles; esta vez tuvo más suerte y les encontró por el ruido en un campamento improvisado en donde habían encendido un fuego con los croquis de la sima. A las 6 de la mañana del jueves estaban todos en el Camp y Pep siguió camino abajo, hacia la Plataforma, para irse a Andorra.
El jueves amaneció en calma total tras la agitada noche. Todos estábamos de un talante jovial y Wychy nos contó que abajo del gran pozo pincharon una galería de 20x10 que siguieron hacia la izquierda (¿?) unos 2 kilómetros hasta aburrirse y volverse. Tardaron 3 horas en ascender la sima y salieron ya de noche; y al primer intento de ir hacia el Camp se perdieron. Yo contemplé durante toda la mañana el Camp y el bosque buscando el secreto de borrar preocupaciones; de borrar la cabeza y de dormir 9 horas de media cada noche despreocupado y feliz. Me despedí de este lugar hasta el año que viene y de los compañeros del Camp hasta pronto y me bajé acompañado por la tropa soriana que quería comprar tabaco en La Gándara.         

26/6/04

Doble Juego (26/6/2004) Sistema del Carrio

   Antes o después teníamos que volver al Carrio. La sima se portó muy bien con nosotros la última vez que nos vimos. Los anteriores fines de semana había buscado compañeros del Club SCC o de otros clubs que me acompañasen a explorar en el Carrio, incluso traté de venderles la moto a algunos hablando de expedición ligth y cosas similares. Creo que a nivel sentimental algunos me hubieran acompañado. Finalmente el fin de semana 25/26/27 de Junio del 2004 Moisés se libera del curso de guía que estaba haciendo y César decide que este fin de semana "toca Carrio". Luis que depende de Moisés también viene. Por contra yo estoy un poco liao con mis amigos de Murcia que han venido al Naranjo y que se bajaron el martes pasado por el mal tiempo y están conmigo. Hemos ido a escalar el miércoles y quedo en hacer con ellos algo el viernes. Pero no cuadran las cosas y deciden volver a subir al Naranjo con ánimo de hacer la Sur Directa el sábado. No es un plan de mi predilección esa vía que he subido más de 10 veces. Me motiva más el Carrio. Así pues llamo a Moises -ya es viernes por la tarde- para unirme a la expedición. Moisés ha organizado una buena logística para aprovechar el tiempo: suben esa misma tarde del viernes César, Luis y él acompañados de otro hermano de Moisés y su novia y de una joven espeleóloga y de su madre que es montañera. En total cuatro porteadores para un campamento de una noche. Lo montan en el Hoyo Salcedillo y los porteadores se bajan de nuevo. Yo he decidido subir el sábado temprano.
     El reloj despertador está puesto a las cinco menos veinte pero se ha quedado sin pilas. Así pues salgo a las 10 y 1/2 de Setien me tomo un cafetito en el camping de San Roque y a las 11 y 1/2 estoy hablando con Óscar en Valdició. Su abuelo está en la cabaña de la Sota y decido ir a hablar con él antes de meterme en la Sima. Quiero conseguir una cabaña (la segunda semana de Julio) para montar un campamento en el Carrio. Subo con calor y decido andar en cueros sintiendo las caricias del sol y del viento; en una hora me planto en la cabaña y charlo con este hombre que me cae tan bien. El no puede dejarnos la cabaña en Julio pues la utiliza y allí están el y su mujer viviendo en una forma ancestral y en cierto modo admirable. Tengo la impresión de que el no hace esto por obligación, pues tienen una buena explotación vaquera abajo en la que están implicados sus hijos, sino que lo hace por que le apetece. Me ofrece la cabaña en Agosto -gratis- y también el caballo para subir lo que haga falta. La otra cabaña de la Sota también esta ocupada pero Esteban me sugiere que hable con Manuel Samperio, de San Roque, que tiene una cabaña cerca de del Mortero a unos diez minutos del collado del Carrio. Me despido de estas dos personas, tan amables que me ofrecen comer algo, y rápidamente me encuentro en la Sima.
    Decido revisar la zona nordeste -próxima a la base de los pozos- que nunca "tenemos tiempo" de ir a ver. La base del primer pozo sigue taponada con un enorme nevero de unos cinco metros de altura. Justo en la encrucijada en que el trío se unirá a la ruta común dejo tres hitos formados por piedras blancas y negras. Cuando entro en la zona que desconozco voy jalonando el recorrido de hitos bien visibles. Sin problemas avanzo y pongo suma atención en percibir todas las corrientes y sus direcciones para encontrar indicios interesantes de nuevas exploraciones. Me lo paso bien a mi bola. Reviso el río de la Sima que se va enratonando en las areniscas basales y que sopla muy débilmente. Hay continuación para gusanos. Luego echo un vistazo al río de la Pérdida que discurre por una galería alta y estrecha con desprendimientos abundantes. No sopla nada y el aspecto que va tomando es poco prometedor. Sin embargo aguas arriba de este río se encuentra una sala fósil con formaciones de la que parten varias galerías con un fuerte soplo evidente. Esto requerirá un nueva visita más pausada y con material de topo. De vuelta ya reviso una zona concreccionada de abundantes excéntricas de la que surge un soplo suave. Al cabo de tres metros se hace impracticable, y los soplos salientes no merecen la pena en esta zona tan cercana al exterior. Remonto la Sima placidamente y vuelvo al calor tropical de estos días.
    Después de comer tranquilamente me voy a ver, en cueros y bajo el sol de nuevo, la cabaña recomendada por Esteban. Está sin puertas y bastante arruinada, pero el lugar es bueno y tiene a dos minutos una fuente que arreglo un poco represandola con lodo y piedras. Las alternativas son: cabaña arruinada o tienda bajo el sol, la lluvia y lo que venga. Poco a poco voy bajando hacia Valdició en donde pido agua a la madre de Óscar. Luego les dejo una nota a los exploradores y me bajo a esperarles en el bar del camping tomando un refresco refrescante (atención a lo que tomaís). Moisés pasa con su hermano en el coche y me dice adiós, que no puede ni parar. César toma un refresco americano conmigo y me cuenta que, aunque cansado, el avance ha sido de unos 500 metros desde la Sala de la Esperanza y que han encontrado tres aportes nuevos, dos por la izquierda y uno por la derecha, lo que hace que el río se convierta ya en un cauce importante. César opina que el río romperá el estrato de arenisca y me cuenta que Moisés está desanimado y cansado. También César está cansado pero en plan bueno y decide volverse a Madrid esa misma noche. Sopesamos las posibilidades futuras y no son nada malas. Trabajo hay en la zona y estais invitados a ayudar. Volveremos próximamente al Carrio (en Julio).  

6/6/04

La Orden de los Caballeros Calzados (6/6/2004) Cueva del Río Purón

   El domingo he quedao para ir de cuevas en plan tranqui con todo organizado y controlado por mis compis del SCC. Y así es, me presento a las nueve y media por casa de Jose Miguel en Maliaño y tras una larga y relajada espera mis compis desaparecen sin previo aviso mientras yo dormito y leo en el coche. No puede ser más contradictorio que un paraguas al revés bajo un diluvio, pero lo es. Como hemos quedado en tres sitios a la vez decido ensayar la segunda cita -que es una gasolinera en Puente de San Miguel- en la cual deberían estar Pablo y Noelia. Previo contacto telefónico con Noelia me presento en la gasolinera donde la pareja sestea dentro del coche con las ventanillas bajadas. Son cerca de las once cuando, procedentes de Torrelavega Felix´home,  aterriza el resto de la groupè por el lugar. Como somos caballeros continuamos nuestras hazañas y montando en nuestras caballerías galopamos por la A7 hasta Cabezón de la Sal donde nos espera el caballero Gonzalo. Allí reorganizamos nuestros jumentos y partimos en tres de ellos en busca de nuestro tesoro o Santo Grial que, según nos informan, se encuentra escondido en las montañas Astures en el fondo del Valle del Río Purón. Para llegar a Purón City necesitamos hacer varias maniobras especiales en la estrecha calzada que se desliza hacia el interior del valle. No más llegar al pueblo de Purón tomamos a la izquierda una empinada pista de cemento que nos eleva rapidamente. Descabalgamos a la vera del camino junto a una cabaña rodeada de castaños por misericordia hacia nuestras monturas agotadas por la cuesta. El calor empieza a apretar y a pesar de ello algunos caballeros deciden enfundarse sus armaduras para aproximarse al Tesoro escondido. Una vez todo dispuesto la caravana comienza su ascenso a pie. No más un par de curvas y alguien se acuerda de que hacen falta cuerdas par alcanzar nuestro Tesoro y ¿quien lleva las cuerdas...? Parece que nadie. Un sacrificado caballero vuelve a la cabaña para coger los pertrechos. Durante el ascenso los caballeros sudan y resoplan y rebufan bajo el sol inmisericorde y algunos de ellos blasfeman y juran de forma soez. Incluso alguno quiere volverse, aunque al final no lo hace. Nos encontramos con una pareja de aguerridos madrileños que uniendose a nuestra caravana se disponen a alcanzar también el Tesoro.
    Llegados al Portal del Tesoro todos los caballeros se enfundan sus armaduras y ajustan sus herramientas dispuestos a la lucha. La boca de la cueva se traga un riachuelo y la caravana se deja engullir con arrojo y valentía. Ahora seguimos el riachuelo subterráneo, ora chapoteando ora vadeando zonas produndas rodeados de altas paredes que se pierden hacia las alturas unos 10 o 15 metros. El caballero J.Miguel nos inmortaliza con su aparato mágico que nos roba la imagen. Y llegamos a cascadas y vadinas que atravesamos de la mejor forma que se nos ocurre. A veces nos dejamos deslizar por la pulida roca hacia profundas charcas mientras otras veces atravesamos con agilidad por las orillas para eludir el agua. De vez en cuando algunos rebuznamos por la impresión de frialdad. Una cascada especialmente alta nos obliga a utilizar las cuerdas, y una vadina profunda y encajada nos obliga a hacer un paso de hombros para escapar. Tras avanzar, intrépidos, un largo trecho llegamos a una alta y resbaladiza pendiente que nos obliga a utilizar la cuerda de 50 metros puesta en doble. A pesar del cuidado muchos caballeros resbalan en la pendiente dandose divertidos coscorrones. Y poco después el Tesoro se abre ante nuestros atónitas bocas abiertas: El selvático Valle del Purón a la luz del Sol. 
    Una vez disfrutado el Tesoro se impone la vuelta; tras algunas deliberaciones entre los caballeros con más experiencia se opta por lo malo conocido en vez de lo peor por conocer. Esto significa ascender la empinada y herbosa cuesta que tenemos al sur hasta alcanzar de nuevo la zona del sendero. Durante este ascenso uno de los caballeros, llamado Saúl, está a punto de perder la vida al precipitarse por la pendiente con la buena suerte de que, al ir cayendo, la pendiente se suaviza un poco y consigue frenarse agarrándose a un viejo trozo de cable. Todos nos llevamos un susto tremendo pero, finalmente, Saúl no sufre ningún mal. Poco después todos los caballeros (y doncella) van llegando a la cabaña donde aguardan nuestras monturas recalentadas por el Sol y tras reorganizar nuestras indumentarias y estibar nuestros bultos descendemos hasta una Venta en la que bebemos sidra, zumos y bebidas extrañas y preparamos nuevas aventuras y hazañas. Así es la vida de los caballeros (y doncellas).

30/5/04

Remota Garma (28-29-30/5/2004) Garma Ciega

Durante muchos meses guardé los recuerdos de mi última visita a Garma Ciega. En cierta forma seleccionas lo positivo y olvidas las penalidades y puteos a los que te ves sometido.  Sin embargo cuando se acerca la hora de, efectivamente, preparar todo y bajar a Garma, a pesar de la motivación y de la ilusión que pones en explorar en una cavidad de ese calibre, empiezas a ver una lucecita roja parpadeante y te saltan todas las alarmas. El viernes por la tarde el cuerpo te pide descanso y la mente actividades light. Sin embargo he tomado la decisión de bajar y me impongo la rutina de preparar mentalmente todo lo necesario: saco, comida, ropa, pertrechos; la tarea de buscar cada cosa y de comprar lo que falta; la tarea de comprobar que todo funciona bien y la tarea de embalar y empaquetar todo de forma segura ya que Garma suele regalar un remojón al contenido de las sacas (y al portador si no anda listo).
            El viernes a las siete de la tarde Wichi, Olarra, Cristóbal y yo aterrizamos por el local, en Ramales, y  cada uno canta la canción que mejor se sabe. Uno de los presentes trae un Playboy y alguno propone bajárselo a Titanes para amenizar las veladas. Finalmente no prospera la propuesta pues la humedad lo destrozaría y la frustración sería inevitable. Metódicamente los que saben lo que hay que saber van desgranando los objetos necesarios: baterías, taladradora, chapas, carburo, material de instalación, material de escalada (exprés, mosquetones, estribos uñas, cordinos) , focos y un largo etcétera. Poco después estamos en marcha en el VW de Wichi y en mi Toyota. Al llegar al aparcamiento de Entremazos encontramos a Alfredo(BK). Rápidamente nos ponemos en marcha y con la charla se nos hace corto el camino; a las nueve estamos entrando en Garma. El bosque y el ambiente están deliciosos y cuesta abandonarlos. Entro el primero en la sima seguido de Alfredo y tengo la misma impresión que otras veces: hay que pasar quizás un centenar de fraccionamientos y cambios de cuerda y no debes caer en la rutina sino que debes estar atento a cada uno de los cambios sin descanso. Al llegar al meandro dejo pasar a Olarra y Cristóbal que se llevan mucho mejor que yo con él. Como en anteriores ocasiones me entra una sorda desesperación en este meandro que saca lo peor de mí mismo. No es que sea difícil en sí mismo, es más bien el combinado de meandro desfondao, saca que se engancha en las estrecheces, torrente que amenaza  castigarte con mojadura e inmersión de la saca, cuerdas con las que te lías y sensación de ratonera: lo mejor sería tener ocho brazos como un pulpo.
            Al salir del meandro te sientes como en tu casa aunque con la puerta algo difícil de abrir. Algo más allá, en donde comienza el ascenso hacia Titanes, paramos a llenar botellas de agua y a fregar cacharros. En esta tarea Olarra se esmera y utiliza un detergente lavavajillas que ha traído; sin embargo Ángel le regañará después por envenenar las límpidas aguas de Garma. De cualquier forma llegamos al vivac de Titanes a las doce más o menos. Cenar a esas horas alubias, arroz, callos, chorizo y cosas similares no es muy recomendable pero por una vez no pasa nada y es mejor que no pegar ojo por el rugido de las tripas; durante la cena aparecen Pedro Merino y Ángel que acumula el viaje desde Madrid a Ramales y el viaje desde Ramales a las tinieblas de Garma.
Dormimos placidamente hasta las 8 más o menos, hora a la que alguien empieza a dar el coñazo. Entre hacer el desayuno, preparar las cosas, colocarse el equipo y discutir un par de veces unos con otros se nos hacen casi las 10 de la mañana. Alfredo(BK) y yo nos alejamos un centenar de metros del campamento, mientras el resto del grupo trasiega todavía con los preparativos, y nos sentamos junto a un bloque del tamaño de una casa de cuatro pisos contemplando el juego de luces y sombras que generan los movimientos de los compañeros. Desde luego filmarlo sería un bello trabajo. TODOS en marcha, TODOS ya nos deslizamos suavemente cuesta abajo por la inmensidad de la Galería de Titanes hacia la confluencia con el río y entonces TODOS tomamos una cuesta a la derecha que nos conduce al pozo MTDE donde TODOS subimos los 40 metros, más o menos, que tiene. Me cuentan que la cabecera de este pozo se alcanzó mediante un delicado paso entre bloques inestables que una vez concluida la instalación no se ha vuelto a tocar: demasiado peligroso. A partir de este pozo una marcha entre canchales nos lleva a un largo pasamanos de roca descompuesta y ramposa que nos pone al pie de La Escalada donde otros 40 metros de cuerdas nos reenvian a un amplio cañón por el que proseguiremos con cuestas arriba y abajo hacia la Galería de las Melenas Blancas, el Cañon de los Hombres Voladores –bellísimo pasamanos aéreo- que no es más que la Galería principal de Garma Ciega (al nivel La Pérdida) pero con un desfondamiento de 90 metros. Se van notando las subidas y bajadas; y debido a la amplitud de todo el recorrido merece la pena ir con ropa transpirable, sin mono exterior incluso desde el campamento de Titanes. A partir de aquí entramos en las galerías de los Colosos y la Sala del Coliseo. En esta zona empiezo a sentirme muy culpable: todo lo que me rodea es de una belleza tan delicada que cada vez que pisas destrozas o manchas algo: formaciones coralinas, gours y formaciones clásicas. Es misterioso el hecho de que sea una zona mucho más húmeda que todo lo anterior y que  contenga restos fosilizados de lirones. No hay manera de entender de donde han podido salir los animalitos con la estructura actual de la cueva. Poco después de pasar un par de resaltes en la galería llegamos a la zona punta de exploración: la Red de Tora-Bora. Unas tres horas desde Titanes.
            Paramos en la base de la escalada  -uno de los objetivos de la incursión- que pretendemos realizar y desplegamos el campamento y las provisiones. Hay una comedura de coco generalizada respecto a esa escalada. Se ha traído un foco con baterías exteriores para poder evaluar la situación. La escalada puede que llegue a superar los 30 metros y se ha ascendido un tercio -ayudado de un escalador profesional que se dejo engañar- en una ocasión anterior. Finalmente se decide continuar más o menos en la misma línea. Para este trabajo se quedan Olarra y Cristóbal. Wichi irá con Ángel a revisar todos los rincones de la Galería de los Emigrantes. Y Merino, conmigo y con Alfredo, ira a topografiar unas nuevas galerías, revisar un pozo y ciertas agujeros sopladores. La galería por la que nos movemos hacia esa zona es de una rara belleza. Y pronto alcanzamos una desviación que nos conduce, siguiendo el viento por un laberinto, a un agujero silbador que necesitaría una desobstrucción con microcargas. Nos desplegamos buscando otras posibilidades y Pedro sube una chimenea que le permite alcanzar otra gatera sopladora y ruidosa. Esta gatera terrosa se puede desobstruir a mano y decidimos que Pedro vaya con Alfredo a topografiar mientras que yo me quedo cavando con una llave de instalación. Trabajo sin descanso al menos una hora y media hasta que consigo la medida que me permite pasar. Como es comprometido entrar sin tener a alguien que te controle la reculada me voy a descansar y a visitar las galerías que me rodean. Son prácticamente vírgenes y de una rara y delicada belleza, que me emociona más de lo usual. Me recuerdan por su sobriedad de líneas los jardines japoneses. Me tumbo un rato en el suelo de la galería y me olvido, quizás duermo unos segundos que me renuevan. En cuanto vuelven Pedro y Alfredo nos ponemos a la tarea, Pedro desobstruye un poco más (es más gordo que yo) y colocamos una cuerda que le permitirá pasar de culo y cuesta arriba para bajar por el otro lado, que también es vertical, sin romperse la crisma. Paso yo de cabeza y Pedro me retiene. Mientras Alfredo se queda para controlar la vuelta. Avanzamos siguiendo el viento hasta un pozo de unos diez metros que nos para. Todo esto es muy excitante pues la galería esta orientada hacia el nordeste, lo que nos aleja de todos los sistemas conocidos. Son cerca de las siete de la tarde. Decidimos volver a la cita con los demás, que es a las siete, y nos retiramos. Llegamos a la cita con unos veinte minutos de retraso pero ya no están, se han ido TODOS. Eso nos mosquea, a algunos un poco y a otros más. Queda claro que cualquier problema que pudiera surgir se amplifica por lo remoto de la zona. De vuelta nos encontramos con Olarra que nos espera cerca del Coliseum y con el resto de la gente bastante más allá. Pedro guarda un elocuente silencio durante un buen rato. La vuelta la hacemos muy tranquilos y a las 11 ya estamos en el campamento.
            A las cinco y media de la mañana me despierto inquieto, Olarra esta medio enfermo vomitando y hace una temperatura inusualmente alta y también parece que hay mucha menos humedad. Raro. Dormito inquieto hasta las siete y media en que nos ponemos en acción. Mentalmente he estado preparando la movida de salida pero me encuentro algo estresado. Preparo la saca con una bolsa de basura, otra de descarburadas, dos baterías, algo de comida y agua, la ropa que traje -pero no el saco de plumas que decido dejar para otras ocasiones- y salgo, seguido por Alfredo, hacia el río y el meandro. Me coge recién desayunao y frío este meandro cabrón y pillo un agobio importante Además voy seguido en los talones por Pedro y Cristóbal que se mueven más rápido que yo. Cristóbal me adelanta después del pozo de 40. Sin embargo al ir subiendo los pozos me doy cuenta de que voy mucho mejor que al principio y de hecho salgo menos cansado que en las anteriores incursiones. Comencé a remontar a las nueve y llego a la superficie a las doce. Estoy contento de haber salido sin reventar. Adiós Garma, hasta otra.
Pedro y yo andamos hasta el bosque de hayas, donde Cristóbal se ha quedado petrificado por el frío y la llovizna neblinosa esperándonos más de una hora.

15/5/04

La Moral del Alcoyano (15/5/2004) Sistema de Calaca

   El sábado pasado fui con algunos miembros del AER -Ángel, Pedro Merino, Wichi, Cristóbal, Jesús Olarra- y con Alfredo al Mortero del Crucero. A las nueve y media empezamos a llegar al local en Ramales. Los preparativos fueron largos y enredados, de forma que algunos -entre otros Pedro Merino y Olarra- pudieron leerse El País del sábado que me había comprado por la película que regalan. También pude ir a comprar más comida, preparar las cosas con parsimonia e incluso ayudar con los preparativos generales y específicos de la expedición. Cuando ya empezaba a inquietarme se produjo la salida. Subimos en tres coches -el de Ángel, el de Cristóbal y el de Alfredo- hasta el aparcamiento cerca del Mazo. Allí echamos su media horita en seguir preparándonos y entre otras cosas tuve que arreglar la boquilla del carburero. A estas alturas todos habíamos tomado conciencia de que se trataba de una salida de relax y además el índice de chorradas, bobadas y chistes que brotaban por todas partes se había incrementado peligrosamente. Así pues cuando llegamos a la boca del Crucero del Polaco la mayoría tenía hambre y los que no la tenían les entró de ver a los otros. Todo el mundo se puso a comer y cada uno aporto, en la medida de su ingenio y en función de su estado de ánimo, lo que pudo a la comedia general. Algunos se superaron a sí mismos en su capacidad de hacer rugir de risa al público.
    El grupo se dividió en dos, Cristóbal, Wichi y Olarra se lanzaron con gran velocidad hacia la punta del Río del Crucero para seguir la costosa desobstrucción, iniciada en el verano. mientras que los cuatro restantes con sendos flashes y dirigidos por Pedro Merino nos dispusimos a hacer fotos. En la primera encrucijada el grupo puntero se confundió de itinerario y se fusiono con el de fotógrafos hasta llegar al Mortero del Crucero donde Pedro Merino recibió un cursillo de cinco minutos sobre fotografía subterránea de boca de Wichi. Así pues fuimos haciendo fotos por la zona del Río del Crucero hasta que llegamos a un punto donde Pedro Merino había observado posibles zonas sin explorar por encima del nivel del río. Nos pasamos casi una hora hurgando por arriba y entre otras cosas atravesamos una estrechez con un laminador que nos llevo a un balcón encima de la galería principal. En general se trataba del curso del río fosilizado y abandonado, y de algunas chimeneas que parecían provenir de simas por la presencia de mosquitos y de excrementos de vertebrados. De vuelta al río descubrí que llevaba, olvidado en mi saca, uno de los artilugios necesarios para la desobstrucción. Decidimos que mientras los demás se quedaban haciendo fotos yo avanzase hasta la punta de desobstrucción para unirme con Wichi y sus ayudantes. Sin dificultades, y rápidamente, me encontré en la estrechez de la colada que suele estar húmeda. Sin embargo el sábado no estaba húmeda, sino que era una ducha de diseño. Después de jurar en arameo y de encogerme no me quedo más remedio que aceptar el fresco remojón y la empapada. Pero como la zona de trabajo es fósil me consolé con la idea de secarme a base de remover piedras y de arrastrarme por la gatera. Y así llegué a la zona de trabajos forzosos en donde comprobé que el hilo que traía no era necesario pues ya había allí uno en depósito desde el verano. 
    En la zona de desobstrucción Wichi y su taladradora de gasolina perforaba agujeros y con MicrocargaS iba rompiendo la roca. Como hacía frío se agradecía el trabajar un ratito sacando escombros de la gatera. Al cabo de un rato, y quizás debido al frío, al aburrimiento y a las incomodidades, los ayudantes -léase yo , Cristóbal y Olarra-  empezaron a tirarse pullitas y a medio enfadarse. Era gracioso asistir al esmerado proceso con que Cristóbal empezaba a calentar el agua para el café en su moderno infiernillo y como Olarra en su despiste general atraviesa sobre el recipiente con agua dejando caer tierrecilla y arenilla lo que produce grandes voces y aspavientos de Cristóbal  para luego asistir a una escalada de acusaciones mutuas, en las cuales soy incluido, quedando todo en un vacile a trío a pesar del desaguisado. La sala sirve de WC de vez en cuando y al cabo de un rato aparecen los fotógrafos. Para resaltar la naturaleza vacilona-juguetona de Olarra os contaré que se esconde con ánimo de que engañemos a los recién llegados diciendo que se ha salido por que se empezaba a encontrar mal del riñón y que les preguntemos si se lo han cruzado. Como pasa el tiempo y nadie muestra una alarma extrema vuelve a reaparecer. Los nuevos llegan empapados y como hay una manta térmica empieza a funcionar a turnos. El tiempo pasa y la desobstrucción prosigue gracias a la moral incombustible de algunos. A las ocho de la tarde algunos empezamos a mostrar nuestro interés por salir, pero el núcleo duro tiene la moral del Alcoyano y no se da por aludido. Una hora después algunos empezamos a alarmarnos pues los duros no muestran ninguna señal de querer irse: siguen desobstruyendo. Entonces empieza una cantinela y una vacilación general que se resuelve gracias a que Ángel nos presta el coche a Olarra y a mi que saldremos con Alfredo mientras que el resto del grupo se queda desobstruyendo. Y así es: en una hora estamos fuera y en algo más de media hora en los coches. Por el camino nos encontramos a Alfredo (MTDE) que nos cuenta batallas de las simas del Caúcaso. A las doce y media en casa. Pedro me cuenta que se han avanzado tres metros. Dentro de unos años acabaremos la desobstrucción

1/5/04

El Empeño (1/5/2004) Sistema del Carrio

   El sueño de todo espeleólogo es encontrar una cueva que dé satisfacciones al explorar; es decir buenas galerías y a ser posible cómodas, mucho terreno que explorar, formaciones, pozos molones & similares. Hace relativamente poco en una visita turística a la Sima del Carrio (que realicé intrigado por el hecho de que sus galerías estan entre 300 y 400 metros por encima de Hoyo Salcedillo) descubrí que las galerías de la sima conducen corrientes de viento y algunas de ellas muy fuertes. Fue así como se inicio mi interés por esta sima. Durante varias salidas reequipamos sus pozos y reconocimos de forma general la cueva, lo que nos reafirmó en nuestras primeras impresiones. Y hace unos meses realizamos nuestra primera salida de exploración que nos llevo hasta la Sala del Hueso en donde, trás un reconocimiento detallado, encontramos un paso estrecho soplador (Paso Luis XIV) que requirió una corta desobstrucción. Tras ello pudimos recorrer una galería -bautizada como Galería del Tigre, el Gato y el Ratón (TGR)- que, en aquel momento, estimamos como de un km. más o menos y que nos condujo hasta la Sala de la Esperanza en la que confluyen un torrente caudaloso, una chimenea gigantesca y la Galería TGR. 
    Este último sábado 1 de Mayo, y trás muchas tentativas frustradas por el tiempo u otras adversidades, hemos vuelto al Carrio. La cosa esta dudosa hasta el sábado por la mañana debido al tiempo, como siempre. Y es que la Sima del Carrio esta a 1400 metros de altitud en la la vertiente Noroeste del macizo del Porracolina, lo que significa que la mayoría de los frentes golpean duro allí; además la boca esta desprotegida por completo. Así pues Moises, Luis y César quedan conmigo en Solares a las 8 de la mañana y poco después, todos juntos en el coche de César, ya estamos en Vadició. El tiempo está muy frío, pero parece estable y se observa que las nevadas de los dias anteriores no tienen continuidad en el terreno. El ascenso, de 800 metros, lo hacemos a paso de guerrilleros en una hora y cuarto llegando a la boca sudaos y hartos. La primera sorpresa nos espera alli mismo: un embudo de nieve tapiza las pendientes de la dolina y oculta la cabecera de la instalación. Rapidamente instalamos desde la ladera de enfrente, en un afloramiento de roca compacta y buena, un par de parabolts. Tenemos suerte de que la cuerda que traemos sea de 80 metros, pues algo mas corta no habría dado desde la nueva cabecera. La bajada esta salpicada de goteras abundantes y de chaparrones de nieve. Debido al formidable tapón de nieve la remontada entre el pozo de entrada y el de 35 metros se ha reducido a algo más de 2 metros y la cuerda que tenemos en el pozo de entrada esta tan pisada por el peso de la nieve que es imposible utilizarla. En este ambiente de nevera las ideas se nos refrescan rapidamente y el cuerpo también, asi que en cuanto el último toca tierra en la red de galerías horizontales salimos a toda marcha. Seguimos el itinerario más cómodo hacia la Sala del Hueso: Río de la Sima-conexión-Río de los Pigmeos-conexión-Río de los Puentes hasta el enlace con el Río de la Servidumbre. Paramos a organizar la logística: mientras César y Luis van a ir a topografiar la galería TGR Moises y yo iremos al punto más bajo de la sima (-185), provistos de cuerdas y material para equipar por si hubiera resaltes, y exploraremos las posibilidades de continuación en este punto. Por si las moscas quedamos a las 6 en donde nos separamos. Pronto Moises y yo descubrimos que los pozos son ocupan laterales de la galería principal y que desde -160 se va bajando por resaltes y bloques hasta -185 sin necesidad de cuerdas; allí se observa un gran desprendimiento de bloques con abundante corriente (saliente el sábado) que obstruye la galería; a nivel del techo de la galería la desobstrucción parece posible. Por el lateral derecho de la galería Moises explora una diaclasa con chimenea ascendente que, según el, tiene muchas posibilidades. De vuelta ya, abandonamos todo el peso superfluo en el punto de encuentro y vamos a reunirnos con César y Luis a los que alcanzamos cerca de las chimeneas de la Galería TGR. Nos quedamos César, Luis y yo para agilizar el resto de la topo y Moisés prosigue para explorar las continuaciones de la Sala de la Esperanza. La topografía avanza a buen ritmo con tiradas de hasta 20 metros. Al cabo de bastante tiempo (el tiempo pasa volando mientras trabajamos) Moisés vuelve mojado y casi eufórico y nos cuenta de las galerías y el río que ha descubierto más allá de la Sala de la Esperanza. Nos ponemos todos a hablar con excitación y es difícil meter en cintura al grupo y terminar el trabajo de topo. Moises regresa a algún lugar resguardado para descansar y calentarse mientras nosotros acabamos el corto tramo que resta hasta la Sala de la Esperanza. En total salen 960 metros de topo sin contar ninguna de las galerías laterales. 
    Y comenzamos la vuelta que se convierte poco a poco en un duro empeño por no reventar los músculos lumbares. Encontramos a Moises en un rincón de la segunda chimenea hecho un pajarito; para no helarse se ha metido el carburero encendido bajo la camiseta haciendo una especie de tienda de campaña. La TGR se hace muy larga y empezamos a pensar que mejor hubiera sido no "empeñarse" tanto en explorar. Al erguirnos de nuevo, ya cerca de la Sala del Hueso, hemos olvidado la posición erecta. La reventada se va notando y de vez en cuando paramos a resoplar para seguir resoplando. Moises quiere salir el primero para no helarse y bajar al coche sin pausa para no quedarse en el exterior como un témpano. El orden de salida será: Moises, Luis, César y el último yo como siempre. Me cuesta deshacer los nudos de la cuerda y las mojaduras del pozo de 35 me han dejado empapado. Además, para amenizar, caen chaparrones de nieve granulada. El penultimo fraccionamiento requiere algunas virguerias y equilibrios pero no pasa nada y además no hace viento, ni nieva, ni llueve, hay un poco de luz y la niebla no es densa. A contrareloj recogemos todo nos abrigamos y ayudados por las linternas y la Luna descendemos. Durante el descenso el cielo se muestra con todo su explendor hacia el Norte tachonado de estrellas y del planeta Venus que parece al alcance de la mano. A las 11 y pico hemos alcanzado el refugio del coche. El termómetro marca 2º y los perros de la casa de Oscar ladran con ahínco excitados por el jaleo que montamos y por mi vacilón gu-gu-gu.
    Quedamos en que volveremos al Carrio pero no mañana.