24/3/07

New Age (24/3/2007) Hoyuca


1.
El viernes por la noche no lo teníamos nada claro, pero la opción más obvia era ir a la cueva de La Hoyuca. La gran nevada de los días anteriores hacía que algunos abrigaran esperanzas de hermosas caminatas con raquetas o con esquíes. El mal tiempo desanimaba a muchos y otros permanecían tercamente ocultos e impermeables a cualquier intento de comunicación con ellos. Me marché al cine con Marisa y, para mi suerte, entramos a ver una de las mejores películas de los últimos meses: La vida de los otros. Eran casi las diez de la mañana del sábado cuando volví a contactar con Manu. Quedamos en Solares para ir, como era previsible, a la cueva de La Hoyuca con tres o cuatro amigos suyos. Finalmente aparecieron Chusa y Víctor en un Ford Fiesta negro; los demás se habían desinflado. El Ford vino detrás de la furgoneta Expres de Manu, verde manzana por fuera y roja por dentro, rodando bajo la lluvia los diez kilómetros que nos separaban del barrio de La Iglesia de Riaño. De vez en cuando el entusiasmo de conducir un bólido invadía a Manu. 

2.
Preste cascos con instalación de leds a Chusa y Víctor. Dan menos problemas que un carburero en el poco familiar ambiente cavernario. Los preparativos, cortos y desagradables por la lluvia y el barro, se acabaron de forma abrupta cuando comenzamos a caminar rápido bajo los paraguas.  Bajo éstos, y en menos de dos minutos, pudimos alcanzar la boca de La Hoyuca atravesando un prado rezumante en el que las botas emitían ruidos chistosos. Había abundancia de goteras y de escorrentías en las gateras de entrada y esto nos obligo a hacer movimientos más complicados de lo usual tratando  de evitar el agua.  Hacía dos años que Víctor había hecho un cursillo de espeleo pero Chusa nunca había entrado en una cueva. Se movió como una anguila en las primeras dificultades como si andar por estrecheces fuera algo corriente para ella. Al principio no le preste mucha atención al detalle pero según iban pasando el tiempo me iba haciendo consciente de la agilidad de la chica.
Los nuevos andaban sorprendidos y no economizaron a la hora de expresar su entusiasmo. La red de entrada, básicamente fósil, tenia arroyuelos y algunos chorros procedentes del techo fáciles de evitar. Alcanzamos una amplia galería con suelo arenoso por una estrecha fisura que desemboca en una ventana. Los zigzags de esta galería sorprenden por la pauta que repiten ZZZZ. Siempre 45º aproximadamente. Cada tramo recto es algo más largo que el anterior y más amplio. La galería se convierte en un túnel de unos cuatro metros de anchura por siete de altura con una sección de pera muy marcada. Las galerías laterales desembocan casi siempre con una pendiente arenosa. En los primeros cruces del río me sorprendió no encontrar crecida alguna. Muy al contrario, el arroyo estaba seco en algunos puntos. El comienzo del Primer Río estaba parecido a un día corriente de primavera. Para lo que había caído y estaba lloviendo no era nada. Sin embargo Víctor tuvo que pasar a cuchos a Chusa, quien no llevaba botas de goma, en varias zonas inundadas. De esta forma llegamos hasta las gateras que dan acceso al Sendero de los Gorilas. Aquí había que meterse de lleno en el agua y decidimos volver.

3.
Hasta la playa arenosa del Primer Río, donde se inicia Quadrophenia, tardamos apenas cinco minutos. De las cuatro galerías que arrancan de este punto ensayé todas hasta que recordé que a Quadrophenia se iba por la primera empezando por la derecha (la segunda lleva a un hermoso gour en el que estaba desaguando una abundante cascada). Por ésa arenosa galería llegamos a una amplia sala regada con chorros desde el techo. Saliendo hacia la derecha continúa una galería, creo que la única que sale de la sala, que bordea dos desfondamientos y alcanza un tercero, con río abajo. Éste se pasa por un puente terroso. Así se llega a otra sala, también con chorros de agua. De ésta sala puede tomarse una grieta escalable hasta una galería con abundantes formaciones. Hay ramificaciones abundantes y no resulta claro cual es la más importante. Visitamos lo más obvio. Había banderas, estalactitas, estalagmitas y coladas, algunas de un rojo sangre intenso, y coincidimos en que éste es un sitio magnífico para visitas tranquilas de espeleo. Nos entretuvimos bastante rato con las fotos. También mire una pequeña galería que no había sido explorada antes. A pesar de que Quadrophenia esta relativamente cerca de la entrada los exploradores ingleses del MUSS han descubierto en estos últimos años varias prolongaciones. Y esta zona puede dar sorpresas en cualquier momento.  La pequeña galería me condujo a través de varios grupos de formaciones a un pocete sobre un curso de agua que pude escuchar pero no ver. Estuve tirando piedras un rato para interrogar al pozo. De vuelta me encontré al resto del grupo devorando las provisiones. Me tomé medio sándwich y unas galletas. En la sala tomamos la galería desfondada que sale del puente terroso hasta que llegamos a un salto en que se pierde el río al fondo. La cueva continúa por una amplia galería fósil que al cabo de un rato conduce a una encrucijada. Estuvimos mirando uno de los ramales hasta una chimenea ascendente que podría ser escalada con facilidad. Se vislumbraba una galería colgada. A partir de aquí decidimos volver.
Para la salida escogimos otra conexión de la galería arenosa con la red de entrada. Es sumamente divertida. Hay que bordear un pequeño embalsamiento de agua y seguir por una galería que se convierte en meandro ascendente y luego en gatera. A la salida de la gatera volvimos a tomar un estrecho meandro desfondado que destrepamos sin dificultades hasta una galería de techo bajo. Por toda esta zona sopla una fuerte corriente de aire. Chusa y Víctor estaban pasándoselo bien con la variedad de los pasos. Por fin, mediante una pequeña ventana, alcanzamos la salita que hay junto a la entrada de la cueva. Fuera no llovía pero hacía más frío que en la cueva. Al cabo de un rato estábamos en el Molino de Oscar tomando cervezas. Y preparando actividades para la primavera. Las zonas más remotas de La Hoyuca están por visitar. Armagedon...

3/3/07

Bosquejo (3/3/2007) Atxuriaga


 
Hoy lo comprendí.
No importa lo lejos que te sientas, se trata de un espejismo.
No tenemos nada que buscar que no tengamos ya en las manos.

 1.
                Divisé a Manu en Solares después de comprar en la librería la revista NG junto a la estación de FEVE. Al caminar ojeé de pasada el artículo sobre elefantes. No me llamo la atención. Eran poco más de las nueve de un día delicioso. Temperatura perfectamente primaveral y ligera capa de nubes protectora. Cuando nos vinimos a dar cuenta el indicador del depósito llevaba 40 kilómetros encendido. Me metí en una salida cercana a Castro y gire hacia Islares. Había carteles llamativos y gente preparada para repartir publicidad: el biodiésel a mitad de precio de 10 a 13 horas en todas las gasolineras de Cantabria. Puse veinte euros. En Muskiz tuvimos que dar algunas vueltas para localizar la carretera hacía Galdames. Los carteles indicadores no lo incluían pero un amable peatón nos indico el cruce. Los edificios del pueblo mostraban sus rótulos pero no pudimos descifrarlos para averiguar la función del edificio correspondiente. Con alguna experiencia anterior era posible deducirlo en algunos casos. Nos lo tomamos como una serie de acertijos que los vascos proponían a sus visitantes para que disfrutaran.


                En la primera aldea que encontramos tras la desviación hacia Galdames una buena señora nos indico que continuásemos un par de kilómetros más hasta San Pedro de Galdames. En la plaza del pueblo, junto al ayuntamiento, y como parte de la iglesia, encontramos el mejor muro de cantos que haya visto nunca para entrenar escalada. El bar Azcona estaba cerrado aún. En su puerta un individuo joven con pinta de estar esperando algo me indujo a entablar conversación. Urtzi también había quedado con Alfonso para entrar en las cuevas. Su principal interés era localizar murciélagos de una variedad escasa en esta región. Alfonso llamo para comunicar un retraso. Mientras llegaba dio tiempo a que apareciera otro individuo, más joven aún, con una saca amarilla de espeleo. Se bajó de un coche y se puso a esperar. Fuimos a presentarnos. Aitor era del mismo pueblo y, de momento, gasto pocas palabras. Cuando llego Alfonso nos metimos al bar a tomar unos cafés (el local del club de espeleología Burnia esta justo detrás del bar en una edificación dudosa que pertenece a éste.)  Fuimos a coger algunas cuerdas y un taladro. Y en menos de un rato largo nos fuimos en tres coches hacia la cueva.


2.
Un kilómetro valle abajo nos metimos hacia unas viejas instalaciones mineras con una buena explanada de guijillo. Desde aquí subimos por el bosque de encinas hasta el comienzo de una rampa minera que nos llevo hasta una plataforma con la Mina Impensada a su derecha. El plan era visitar primero la cueva de P. Gómez, interesante para Urtzi por haberse detectado algunos murciélagos, y luego entrar por la Mina Impensada hacia el Complejo Atxuriaga, la cueva con mayor desarrollo conocido en Vizcaya.
Para llegar a la cueva de P. Gómez tuvimos que abrirnos paso por una zona de vegetación cerrada y subir un pequeño escarpe. Era muy amplia. Una galería cómoda daba acceso a una gran sala con una larga pedrera que conducía a la parte alta. Unos cuantos apéndices y chimeneas ascendentes remataban la zona. Al bajar encontramos un murciélago durmiendo a medio metro del suelo. Algo más abajo apareció un pequeño montón de guano, seguramente caído de la bóveda.
Para entrar por la Mina Impensada nos colocamos los aperos de espeleo vertical. La galería de entrada recuerda la mina de Udías o El Soplao pero en este caso el suelo esta alisado y las traviesas apoyadas cuidadosamente en la pared. Tras unos centenares de metros llegamos a un pasamanos y unas cuerdas que facilitaban la bajada de un par de rampas. La galería minera pinchaba, a partir de aquí, un “soplao”, es decir una cueva natural  interceptada por la mina. De vez en cuando se veían formaciones y coladas. Alfonso observaba con detalle todo para detectar los desprendimientos que está provocando la explotación de la vecina cantera. Todas las previsiones indican que acabarán con gran parte de la cueva.
Primero nos metimos por unas galerías medianas a la izquierda. Visitamos varias salas, y en una de ellas nos sentamos a comer. La mayoría tomo barritas energéticas como menú pero yo llevaba un sabroso bocadillo. Volvimos a la ruta principal de laboreo y tras un pequeño avance llegamos a un ensanche. Desde ese punto tomamos a la izquierda un meandro descendente. Mis expectativas empezaron a calentarse. Aumentando progresivamente de tamaño, el meandro desemboco en una sala de 40 metros de anchura y 100 de altura? (Sala del Bortal). Al fondo una pared por la que el río Bortal salta en cascada más de 50 metros (creo que el pozo tiene sobre  la Sala del Bortal unos 90 metros... el descenso debe ser delicado).
Más tarde volvimos de nuevo a la ruta principal de laboreo y tomamos una escalera que nos bajo a otra galería de mina. Esta se bifurco en varias. Primero seguimos por la derecha hasta un puente minero que saltaba sobre un desfondamiento natural. Continuamos un centenar de metros hasta un desprendimiento de barro que permitía pasar. Había un barrizal de superficie plana, brillante y grisácea. Si la pisabas el barro pegajoso y recalcitrante se adhería a las botas haciéndolas pesar varios kilos. Alfonso echo un vistazo y todos volvimos hasta el puente sacudiendo enérgicamente las botas para librarnos del barro. Descendiendo bajo el puente una enorme rampa de piedras, alcanzamos un río que corría entre cantos medianos y pequeños. Por un lateral pude destrepar. Las dimensiones de la galería eran colosales en algunos momentos. El agua se perdía (aguas arriba) entre guijarros. Avanzamos algo más allá de unas divertidas trepadas hasta una zona en que la galería se cerraba.


               La vuelta hacia la superficie se nos hizo mucho más corta a pesar de que había que subir dos rampas por cuerdas. Encontramos un murciélago dormido al que Urtzi extendió las alas para que pudiéramos verlo y fotografiarlo. La tarde estaba tan deliciosa como la mañana. Estuvimos tomando cervezas en el bar Azcona. La música era buena, boleros de calidad. La chica que servía en la barra era muy ordenada. Me lance rápido pero ella lo fue más. En un despiste me quito el vaso de cerveza que tenía a medias. Pero salí ganando porque me puso otra cerveza completa. Mientras tanto Aitor ya les estaba enseñando a algunos del pueblo las fotos que había hecho en el Soplao del Bortal.
Aitor me comento una interesante escuela de escalada, llamada La Escarpada, con unas 40 vías equipadas y a escasos minutos del coche. Un atractivo añadido a esta zona tan cercana a Cantabria y tan poco conocida por nosotros. Alfonso quedo en avisarnos cuando hagan la travesía de La Buena a El Bortal. Y yo cuando hagamos alguna actividad interesante.