23/1/10

Exploración I Udías





                Todo fue bastante fácil en la reunión del Polideportivo (UNICAN) el viernes pasado. Manu, Miguel (SCC) y  Luis querían seguir bregando en las exploraciones de Udías. Concretamente en la continuación del pasamanos que habíamos iniciado en diciembre pasado. El resto del grupo en activo decidieron hacer una visita a la Torca del Mostajo. Miguel, mi compañero habitual, se sumo al grupo explorador. Preparamos el material necesario, quedamos en Monpía a las diez menos cuarto y nos fuimos a dormir.
                Manu había olvidado la saca de las baterías en casa y cuando se dio cuenta, en Monpía, volvio a buscarla con prisas. Mientras tanto continuamos a Puente de San Miguel para reunirnos con Luis. Nos encaminábamos a la mina de Sel del Haya por su entrada principal. Se trata del acceso más rápido hacia las galerías de la Luna Llena que estamos explorando. En algo más de media hora se accede a la zona cárstica por galerías mineras que conservan gran parte de sus instalaciones, aunque en un estado lamentable (ver: http://mti-cantabria.blogspot.com/2009/08/mina-hermosa-mina-sel-del-haya.html)  Finalmente una desviación que apenas llama la atención conduce a un paso agaterado y se desemboca en la base del Pozo Pasteloso.
                Mientras Miguel (SCC) y Manu se quedaban retirando algunas cuerdas del Pozo Pasteloso los tres restantes nos adelantamos hasta el cruce de la Galería de la Rana con el Meandro de las Excéntricas. Hicimos algunas fotos a las hermosas excéntricas de yeso que tapizan la galería y que van aumentado de tamaño, al alejarse por la galería, hasta hacerse arbóreas.
                Luego nos movimos por una zona de cornisas arenosas y pequeños desfondes hacia el gran desfonde que íbamos a terminar de instalar. Miguel (SCC) y Luis partieron a revisar unos pozos en la Galería de la Rata, pequeño bucle que se forma con la de la Rana. El resto fuimos hasta el Púlpito Central del desfonde. Mientras Manu rumiaba lo qué iba a tener que trabajar, fui a escalar un pequeño resalte con la ayuda de Miguel. Un par de pasos algo resbalosos asegurados por un natural y se me acabaron las dificultades. Accedí a una galería colgada. Instale dos parabolts y fije la cuerda. Entusiasmado por la continuación eche un rápido vistazo y ¡bingo! la galería se bifurcaba en tres galerías más amplias. La más pequeña, a la derecha, desembocaba en el falso final del desfonde grande permitiendo cortocircuitar la instalación pendiente. Esta zona estaba sembrada de grandes bloques sobre un conjunto de plataformas a diferentes niveles. Enseguida se alcanzaba un desfonde más impresionante todavía. Una enorme chimenea procedente de las alturas cruzaba y se hundía en un salto de altura impredecible. Al otro lado  la continuación de la Galería de la Rana resultaba evidente. Pudimos observar, sin duda, que era una galería meandrosa y profunda, de unos veinte metros de altura, con dificultades de tránsito.
                Después de reunirnos comprobamos que las otras dos bifurcaciones conducían a un ancho pozo común. Manu se preparo para realizar un nuevo pasamanos en lo recién descubierto con las dificultades añadidas de la mala calidad de la roca, su verticalidad y su falta de rugosidades. Miguel y yo volvimos al inicio del desfonde para topografiar y coger más material.
                Mientras Manu comenzaba su batalla personal, Miguel y yo comenzamos otra batalla también. Cada vez que tocabas el lápiz o el cuaderno lo pringaba todo de barro plastelinoso. La brújula y el clinómetro solo podían leerse si se usaba una luz lateral adicional, y el puntero láser requería un pulso notable. Sea como fuere conseguimos realizar la topo hasta el final del desfonde. Miguel (SCC) y Luis aparecieron cuando estábamos acabando y se encargaron de recoger algunas cuerdas sobrantes. Como Manu estaba bastante cansado cambiamos de tercio y comenzamos la instalación de un pozo que comenzaba en la base del resalte de acceso a la galería colgada.
                Al principio nos pareció que el pozo iba a ser muy profundo. Bien pertrechado Miguel comenzó el descenso. Quince metros más abajo el estrecho pozo desembocaba en una caótica sala de medianas dimensiones tapizada de una fina capa de barro. Por un lateral de la sala pudimos bajar algunos metros hasta un balcón sobre otra sala caótica, pero enorme en ésta ocasión. Para esa hora Miguel (SCC) y Luis habían empezado a salir y Manu amenazaba con irse,  así que Miguel y yo dejamos el trabajo y nos reunimos con todos los demás algo más allá del Pozo de la Rana. Salimos en poco tiempo sin echar ninguna carrera por las largas rampas de la mina.
                Afuera caían finas gotas de lluvia. Fuimos a picar raciones con cervezas en el cercano bar La Gándara. Una bonita exposición de minerales rodea la pecera del bar. En la  pecera siguen nadando tres pirañas que contribuyen a dar un toque peculiar al restaurante. Todo esto nos ayudo a olvidar rápidamente los barrizales de Udías. Sin embargo, a pesar de lo ingrato de la zona de exploración, nos dimos cuenta que estábamos enganchados a seguir explorando. 
                Una buen rato después, llegando a Puente de San Miguel, el coche de Manu dejo de funcionar. Una gran nube de vapor flotando sobre el motor indicaba que algo no iba nada bien. Por suerte un par de empujones permitieron meter la furgoneta verde en el aparcamiento de la gasolinera. Allí dejamos a Manu, acompañado por Luis, esperando la grúa, mientras los dos Migueles y yo volvíamos a Monpía. Para la próxima ocasión quedaba descubrir lo mejor...

17/1/10

Ruido (17/1/2010) Solviejo

               Lo opuesto al silencio es el ruido. Había mucho ruido. Ruido en la mente, ruido en tu interior y un paisaje ruidoso en si mismo. Todos los alrededores de Solviejo se habían transformado en una ruidosa plantación de eucaliptos.  Un día gris y poco saludable encuadraba  la situación.

                El ruido no era más que un reflejo deformado del ruido cotidiano, ese rumor que nos acompaña y nos corroe sin cesar, y que aceptamos sin rechistar como si fuese equivalente al silencio. Los espeleólogos, Manu, Miguel, Julio, Luis, Alicia, Izaskun, Eva y yo, nos repartimos. Utilizamos el coche de Julio y el mío. Paramos en Solórzano, mientras los que iban en el otro coche compraban algún detalle de última hora y, ya juntos, continuamos hacia el alto que permite el paso hacia la Junta de Voto.


                Hace más de diez años visite Solviejo varias veces. La pista de aproximación que utilizábamos acababa en una casa en la que vivía una familia de vaqueros. Las hijas eran muy guapas. Lo había olvidado todo salvo la fugaz imagen del padre y las hijas. Ahora existe otra pista que va bastante más abajo y que, aunque deje más lejos de Solviejo, permite que gran parte del sendero se haga llaneando.
                No tomamos la pista que utilicé en aquella época, sino ésa otra. Había barrizales y meter las botas en los lodazales no me produjo placer alguno. Me pareció que la caminata perdía su belleza. Sin embargo la boca de la cueva me resulto igual de hermosa que la primera vez que la visité. Recordé un búho real que tenía su morada en alguna galería próxima a la entrada. ¿Que habrá sido de ese maravilloso amante del silencio? Quizás haya muerto de tristeza, o de viejo, o tal vez decidiese cambiar de vivienda  huyendo del ruido de las excavadoras que preparaban el eucaliptal.
                Lo primero fue encontrar la Torca Rayo de Sol.  Cuando bajas al fondo del primer pozo a la hora adecuada, y si el día es soleado, un rayo de sol llega hasta el mismo suelo donde pisas. A veces algún arbolito raquítico lucha por sobrevivir en el fondo de la sima. Todas mis referencias habían desaparecido tragadas por el bosque de eucaliptos. Pero, por suerte, la vaguada donde esta la boca, que recordaba como clave de su localización, estaba ubicada por Miguel desde hacía poco. Al llegar a la vaguada tire, seguía mis recuerdos, para la derecha y aunque intuitivamente algo me decía que nos estábamos yendo demasiado lejos termine de subir el vallecito hasta que se abrió a un bosque de tipo autóctono.  Así me quedo claro que la boca se encontraba bajando a la izquierda. Cuando llegué todo el grupo estaba junto a la fisura que da entrada a la sima. Se notaba que la habían ensanchado; además estaba instalado el primer pozo. 



                De vuelta en Solviejo comprobamos que las instalaciones del pozo de entrada eran impecables. Acero inoxidable y un par de argollas por descuelgue. Un pequeño roce inevitable podía considerarse sin importancia si solo se utilizaban las cuerdas para descender. La espera en las bajadas fue larga. Ocho personas, a poco que tarde cada una, son más de quince minutos. Pero para compensar se podía apagar la luz y contemplar, como en una gran pantalla de cine 3D, las evoluciones de cada espeleólogo que descendía. Luego nos fuimos a conocer la parte de la cueva que llaman “El Viaje Rápido”. Nos llevo hasta las tres y media de la tarde volver a la gran sala de entrada y vimos casi todos los rincones mostrados en la topografía.
                Era la hora de comer pero había olvidado traer comida o, quizás más bien, no había traído comida por dejadez. Alicia, Julio y Luis me dieron algo. Fue más que suficiente. Quizás el silencio me alimentaba ese día.
                Algunos deseaban volver a casa temprano y yo estaba entre ellos. Pero también quería reconocer con más detalle los pisos inferiores de Solviejo y eso no nos iba a llevar demasiado tiempo. Nos encaminamos hacia el pozo que cortocircuita la travesía clásica (ese pozo lo descubrimos hace años -por casualidad- la primera vez que preparamos la travesía Solviejo-Rayo de Sol) y después de bajarlo me di una vuelta por ese nivel. Creo que la travesía clásica también desemboca en esta zona pero no tengo claro donde exactamente. La topografía resulta algo confusa en algunos aspectos.
                Mirando con reconcentrada atención la topo conseguí recordar los pormenores de la travesía. Para continuar bajamos un pocete de cinco metros y torciendo a la izquierda, enseguida  dimos con Chocolate Crunch Series. Poco más allá un pozo descendente realiza la conexión con Rayo de Sol. Para mi los objetivos estaban cumplidos y hubiera salido tranquilamente mirando algunas ramificaciones, como la que lleva a la travesía clásica, o la del Pool Pitch. Pero la mayoría quería terminar la travesía. Julio, Manu, Izaskun, Eva y Alicia se quedaron para seguir y Luis, Miguel y yo volvimos hacia Solviejo. La pregunta que me hacía era si encontrarían puestas todas las cuerdas para salir por Rayo de Sol.
                Ya fuera las luces naranja de un pueblo cercano generaban un ruido visual inaceptable.  Observe el vuelo de unos murciélagos saliendo y entrando de la cueva. Sus suaves aleteos traían silencio a la noche. En la lejanía ya no oía el ruido del valle -machacón por la mañana-  aunque tampoco escuchaba silencio. Me consolé pensando lo transitorio que es el ruido.
                Al salir de Solviejo había retirado las cuerdas del pozo de entrada, error que enseguida hubo que remediar. Al cabo de un rato no muy largo oímos, desde la boca, a varios compañeros en el fondo de la Sala de Entrada. Manu y Alicia volvían porque no habían encontrado la cuerda del segundo pozo de Rayo de Sol. Los tres restantes se habían quedado a esperar para salir por el otro lado. A partir de este instante todo fue confuso. Miguel y Luis bajaron a poner una cuerda en Rayo de Sol, era ya de noche. Al poco escuché voces más cercanas. La voz de Julio resultaba claramente distinguible en el fondo del bosque. Poco después estábamos todos reunidos de nuevo en la boca de Solviejo. Resulto que la cuerda si estaba puesta...   
                Volvimos a Solares directamente. Era algo tarde y, aunque el viento estuviera ausente por completo y las estrellas no se vieran, el ruido lo estaba invadiendo todo de nuevo.

12/1/10

Lagos (Navidades del 2009) Destapada

28/12/2009
El agua transparente, cálida, profunda y calmada siempre ha sido uno de los principales motivos de mi existencia. Tocarla uno de mis principales placeres. Vosotros no lo podéis comprender de ninguna manera. Porque vosotros ni sois peces, ni lo habéis sido nunca. Aunque tal vez sí llegarais a serlo -en el futuro o en el pasado- podríais entender de lo que hablo (pensándolo bien, quizás alguno de vosotros haya sido un ser acuático en el futuro o en el pasado... o se haya metamorfoseado recientemente) Por esta razón, y no por ninguna otra, es por la que he  tomado la determinación de encontrar el lago perfecto, un útero sin límites. Pero no os engañéis pensando que se trata de un placer táctil sin más: solo es la llave que abre el Viaje.
A lo largo de mi vida he visitado numerosos lagos que reunían algunas de las condiciones que, parcial o totalmente,  debe reunir un lago perfecto: calided, transparencia, profundidad, calma... Si solo reúne alguna de ellas o solo las reúne de manera imperfecta -o parcial- entonces la búsqueda debe continuar. En esta búsqueda he visitado lagos en calma, profundos y transparentes, pero fríos, como el Lago del Alba o los Lagos Azules de los Pirineos. O como el Mar Rojo: profundo, increíblemente transparente y cálido, pero no en calma (al menos en su superficie) O como el Embalse del Quipar o el del Cenajo cálidos, profundos, pero no transparentes, ni calmados por completo. O como Fuente Kaputa a la que falta la transparencia. O como la Cámara de Privación Sensorial a la que falta la profundidad. Y muchos más que no nombraré ahora por falta de interés en darlos a conocer, incluso sabiendo que es muy difícil que alguno de vosotros n'dinen decida visitarlos.
El Lago de la Sima Destapada es casi perfecto: cálido, calmado, profundo... y transparente mientras no se rocen las paredes ni los fondos. Pero llegar a este Lago tiene un precio elevado. Se encuentra a más de 230 metros de profundidad en una sima con algunos pozos estrechos y algunos pozos grandes. El Pozo Salva tiene 120 metros más o menos. En realidad esto carece de importancia para un espeleólogo medio. Lo que realmente eleva el coste de alcanzarlo es el simple hecho de que hace calor -más de 30ºC- y hay humedad  -casi 100%-. Cuanto más abajo peores condiciones. El problema tiene poca importancia si no se realiza movimiento alguno, pero si quieres salir de la sima deberás ascender con esfuerzo mantenido. He aquí el quid de la historia: salir sin deshidratarse. Además deberás sacar todas las cuerdas que hayas puesto para bajar; pero llenas de barro.
Había estado hablando con Mavil  para que me ayudase a instalar con cuerdas fijas -ya usadas un tiempo pero en buenas condiciones- la Sima Destapada. Esto ahorraría a cualquiera que desease bajar al lago la mayor parte del trabajo de poner las cuerdas y, sobre todo, el penoso trabajo de recogerlas y sacarlas. Mavil nunca había sido muy partidario de volver al Lago de la Destapada pero en esta ocasión lo cogí totalmente a contrapelo: estaba extasiado con las novedosas exploraciones en la Sima de Benís que iban a requerir varios equipos de espeleólogos durante unos días. Estaba claro que Mavil no había sido, ni era, un ser acuático. Lo que si conseguí de él fue el préstamo de las cuerdas necesarias para instalar la zona de entrada y la cabecera del Pozo Coke (15+30+15).
El lunes 28 decidí comenzar a realizar la instalación. Deseaba bajar al lago varias veces en las vacaciones de Navidad. Hasta la boca de la sima -en Isla Plana- me acompañaron porteando parte del peso Ananda y Marisa. En  total llevaba dos sacas de cuerdas y otra mochila con material personal y mosquetones. Después de los preparativos al uso, el equipaje se redujo a dos sacas repletas y una cuerda en la mano. Deje algo de fruta y las llaves del coche al lado de la boca, me despedí de mis acompañantes y quede con ellos al cabo de pocas horas en La Azohía.  De cualquier forma no pensaba herniarme. En cuanto pase el primer pozo (15 metros) me quede con dos sacas solamente y antes de llegar a la red intermedia una de ellas se había reducido algo (40 metros de cuerda aunque con 30 habría sobrado). Sudando de lo lindo rulé las sacas por la red  intermedia hasta el Coke.
En la cabecera del Coke puse una cuerda de 15 metros que me permitió tomar tierra en un sendero terroso y unos escalones tallados en la pendiente me llevaron sin dificultades hasta el pasamanos sobre la cabecera de la gran rampa del Coke. Allí deje de utilizar mosquetones y fui anudando la cuerda a las argollas de acero inoxidable de las fijaciones. Cuando acabe esa cuerda decidí que ya había trabajado lo suficiente como para ganarme una buena cerveza fría. Subí hasta la red intermedia y escondí una saca y parte del material en un rincón. Las cuerdas de los pozos de entrada las retiré y escondí en lugares cercanos. Salí en muy poco tiempo. Me pareció una espléndida tarde pintada de infinidad de arbustos aromáticos. Habían reverdecido por las últimas lluvias en Murcia.
El bar Antípodas de la Azohía es uno de esos escasos lugares de la costa levantina que invitan a disfrutar como si estuvieras en una isla pérdida del Índico y no a escasos kilómetros de la cultura del ladrillazo. Mientras Ananda y Marisa volvían de la Torre de la Azohía me tome una cerveza con un plato de chopitos escuchando buena música y contemplando el atardecer. Había alcanzado un punto de silencio interior que disfrute mientras duro... calculé que me podían hacer falta algunos metros de cuerda adicionales, así que le pedí a Mavil unos metros de lo que había sobrado en la instalación y a Joaquín unos 10 metros adicionales para añadir donde hiciera falta.

30/12/2009
                El martes no pude dormir apenas. Aburrido de dar vueltas en la cama salí rumbo a Mazarrón hacia las seis y media de la mañana. Clareaba cuando aparque en Isla Plana. Soplaba un fuerte viento del sudeste que había picado el Mediterráneo dándole un aspecto poco amigable. Pero el aparente fresco inicial se convirtió mientras subía en la temperatura perfecta.  Estaba claro que al entrar tan temprano en la sima, por mal que se me diera, estaría saliendo antes del anochecer. Y esto incluía un cálido y tranquilo viaje en el lago de la Destapada. Me hubiera gustado la compañía de alguna persona-pez o de alguna que fuera consciente que había sido pez en el pasado o en el futuro, pero ninguna de esas personas estaba en condiciones de  acompañarme. Así que empecé a sentirme muy solo. Un pez solitario en la sima Destapada.
                Tras instalar las cuerdas que había dejado escondidas me coloqué en la cabecera del Coke en menos de media hora. Me deshice de parte de la ropa, recogí el material que había dejado preparado y comencé la tarea de instalar el resto del Coke. La parte dura consistió en pasar toda la cuerda por los nudos de las argollas. Utilicé también “cordinos” anudados -en doble o triple- a modo de mosquetones. El Pozo Salva fue mucho más pesado pues, aparte de hacer un calor sofocante que me hacia sudar profusamente, tuve que pasar mucha más cuerda para hacer los nudos en las argollas. Resultaba agobiante en ciertos momentos. En la instalación de la última cuerda, que estaba en condiciones de “alambrón”,  fijé parte de los fraccionamientos utilizando también, como en el Coke, “cordinos” como mosquetón a las argollas. Por suerte la cuerda me dio justo para alcanzar el final del Pozo Salva. Allí cambié la batería de la linterna Stenlight que andaba muy renqueante. Esto me hubiera parecido una tontería en cualquier otra cueva pero en el fondo de la Destapada me sentía un pez solitario, casi perdido y sin luz. Cinco minutos después llegaba al lago.
                Me deshice de todo el material para verticales y me desnude con cuidado, dejando cada cosa bien colocada en su sitio. Puse una atención extrema en poner el casco de la Stenlight en el lugar adecuado para que se posase de forma estable e iluminase el máximo posible de la superficie del lago,  y...  me introduje en sus cálidas aguas con mucha suavidad para no remover los sedimentos de la playita.
                No se cuanto tiempo estuve flotando placidamente allí. Me moví de un lado para otro mirando la insondeable negrura de sus aguas (realmente se ha buceado a -20 y sigue bajando) Hubiera seguido un tiempo indefinido, o aún más, pero de alguna extraña manera había en un fondo de inquietud irreducible. Algo no cuadraba en lo más profundo de mi conciencia. Aunque de cualquier forma  ¿que significaba para indefinido, inquietud, cuadrar... en el contexto en el que me encontraba?  ¿Como debía mirar los pensamientos que se agolpaban en sucesión aparentemente ordenada?  ¿Era necesario tomárselos en serio o bastaba con tomar nota de ellos de forma descuidada? Llego un momento en que debí volver a la realidad circunstancial. Por muy lejos que hubiera viajado, estaba en el fondo de la Destapada y tenía que salir de allí. Deseaba salir y probablemente volver a entrar otra vez.
                Para hacer más llevadero el proceso de ascenso había traído una toalla con la que secarme después del baño, pues secarse al aire es imposible en un ambiente de humedad 100%. El comienzo del ascenso, aun siendo vertical o volado, se me hizo muy llevadero pues la cuerda estática estaba bien instalada y casi no había chicleo. Tuve problemas en el tramo que había instalado con cuerdas dinámicas, a pesar de que dicho tramo estaba formado por rampas. Tome buena nota de cambiarlas a estáticas en cuanto fuera posible. La diferencia entre las elasticidades -el 2% de una estática y el 4% de una dinámica- se agudiza cuando la cuerda no desliza bien y se trata de zonas no verticales en las que el cambio de fuerzas es continuo. Sea como sea, salí del Pozo Salva y el resto del ascenso fue un agradable paseo.
                A las tres y media emergía de la sima. La tarde se declaraba brillante y nítida. Volví tranquilamente a Alguazas y después de asearme, comer y descansar me fui al cine. No sabía si la siguiente vez bajaría al lago pero desde luego había que volver otra vez para sacar el material de Mavil 
                 

7/1/2010
                Amaneció diluviando. No podíamos ir a ningún sitio al aire libre  sopena de quedar empapados como sopas. De escalar ni hablar. Así que Joaquín se convenció con facilidad de que lo mejor era ir a rescatar las cuerdas de Mavil en la Destapada y, de paso, hacer un cambio de parte de las cuerdas dinámicas por el trozo de estática que nos había regalado mi amigo Antonio Dólera.
                Salimos hacia allá sin prisas bajo una lluvia continua y muy cantábrica. Al acercarnos al Puerto de Mazarrón la lluvia cesó aunque las nubes oscuras y cargadas de agua seguían tiñendo el mar de un azul oscuro. Pero tuvimos suerte y alcanzamos la boca de la Destapada sin necesidad de utilizar los paraguas. Justo en ese momento se puso a llover y nos metimos al pequeño hall sobre el pozo para colocarnos los equipos.
                Poco tiempo tardamos en alcanzar el Coke. Mientras me aligeraba de ropa Joaquín comenzó a bajar y yo le seguí en rápida sucesión. Justo al comienzo de las rampas del Coke me di cuenta que había olvidado el arnés de pecho y el puño Peztl. Pensamos en volver a por estas cosas, pero pensándolo mejor -dado que todo el trabajo iba a ser en las rampas- considere innecesario el puño Peztl. Era suficiente utilizar hábilmente el croll. En cinco minutos estábamos en el comienzo del Pozo Salva y en menos de media hora habíamos terminado el trabajo de cambiar la cuerda hasta el primer fraccionamiento, es decir unos veinte metros.
                Subimos con facilidad y en la cabecera del Coke Joaquín me envió el arnés de pecho y el puño. Luego fuimos retirando todas las cuerdas de los pozos de entrada. Justo a unos diez metros de la salida Joaquín le echo un vistazo a una gatera inexplorada (Habrá que venir con un martillo para poder pasarla)
                Al mediodía estábamos fuera. Pero ahora si llovía una lluvia que mojaba. Nos cambiamos y ordenamos todo el material en el hall del primer pozo, que andaba chorreando agua. Nos tuvimos que guarecer bajo los paraguas para llegar al coche. Y después de ponernos limpios nos encaminamos de un tirón hasta Alguazas para comer allí. Para otra ocasión quedaba volver al lago. Para otra ocasión cercana... y quizás acompañado de más peces...