24/3/11

Crisis 3/2011


Un día fui con unos amigos de Alguazas -Joaquín y Lola- a la Sima Destapada. Tenían bastante tiempo, pues el trabajo escaseaba o era esclavizante. Un ambiente mafioso campeaba por toda la  región.
La noche anterior habíamos preparado las cuerdas y el material para los pozos. Mavil nos presto algunos elementos que faltaban. Durante la subida hacia la cueva tuvimos un tiempo soleado. Antes de entrar Joaquín descubrió en la ladera grandes cantidades de cable abandonado y en buen estado.
Desgraciadamente nos faltaron unos pocos metros de cuerda para poder aterrizar con seguridad al final del segundo pozo. Dos pozos / dos cuerdas. La tercera cuerda estaba destinada al pozo de la Sala Cartagena. Antes de intentar ir por la vía alternativa hacia la Cartagena Joaquín exploro una gatera a media altura del primer pozo. No continuaba.
La vía alternativa estaba formada por una sucesión de hermosos meandros desfondados y pequeños pozos.  Gastamos todas las cuerdas que portábamos en su instalación y nos faltaron cinco metros para llegar al Callejón de las Flores.
Cuando salimos de la sima la tarde estaba neblinosa y fresca. Dos espeleólogos  salieron por la vía clásica. Uno de ellos conocía a Mavil

Poco después fuimos los tres a una cueva cercana a Fortuna. Lleve dos linternas modernas y un trípode viejo con la esperanza de sacar alguna buena foto.
 Aquella mañana soplaba un aire fresco pero la temperatura de la Almagra era cálida. Una sucesión de galerías modestas, excavadas en pudingas, y de salas medianas con tonos blancos le confería cierta belleza al recorrido. Algunas gateras laberínticas me hicieron abrigar esperanzas de zonas inexploradas.
A veces preparaba la cámara con mayor esmero aunque los resultados no parecían depender de ese factor. Me ayudaba la paciencia de mis amigos.  Una vez hice tres ensayos  pero ninguno me pareció relevante.
En una segunda fase de la visita seguimos una pequeña galería descendente. Estaba señalizada con un hilo que nos guio por una zona laberíntica. De pronto el hilo se acabó. Se nos ofrecieron tres alternativas. Una galería ascendente que moría en una pequeña sala concrecionada, una gatera descendente que rápidamente se hizo impracticable y un resalte de unos tres o cuatro metros que Joaquín descendió con facilidad. Los demás tuvimos que pensarlo dos veces.
Al poco el aire fresco nos anunció una entrada alternativa. Trepando fácilmente cinco metros  pudimos darnos cuenta que estábamos a unos cien metros de la otra entrada. Habíamos realizado la Travesía de la Almagra.














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