19/11/11

Estrecheces



            Dos semanas antes algunos llegaron a desconfiar de mi.  ¿Iba a acompañar realmente al grupo en La Hoyuca? ¿O me iba a escaquear como la última vez en Rubicera? Esgrimiendo información fresca hubo una propuesta de Antonio J. para entrar por Gorilla Walk. Una ruta rompespaldas que hubiera sido, en definitiva, un desastre.
Eran cerca de las nueve cuando abandone Solares, dejando en tierra a Pelos y Sergio, y me marche hacia Solórzano. Poco después hablé por teléfono con ellos y quedamos en la iglesia de Riaño. Unos minutos más tarde me encontré en la casa rural Los Acebales con el grupo de Madrid y desayuné por segunda vez.  
Aparte de Pepe, Zaca, Ángel, Chicha, Antonio J., Miky, Hugo, dos amigos de Hugo, Miguel y yo venían Sergio y Pelos (Adrian) Pero, en una última jugarreta de Hugo, éste y sus amigos decidieron irse a la Rubicera. Puede ser que por lo bonita que es o por despejar un poco el aglomerado panorama. Yo todavía tenía mis dudas. Por un lado me interesaba avanzar más allá del Astradome. Quizás hasta Argamedon o incluso algo más lejos. Por otro lado existía la posibilidad de salir por el Hoyo de la Reñada. Pero estas alternativas chocaban contra el puro número de humanos: éramos diez. El hecho era que Pelos no traía escarpines y Sergio tenía interés por salir pronto. Miguel se hubiera apuntado a cualquier cosa, pero tampoco convenía dejar sin los más conocedores de la ruta al resto. Vista la situación decidí no insistir en ir más allá del Astradome. Pero dejé abierta la posibilidad de salir por Cueva Riaño.
El ingrediente principal del panorama era la pura inercia del número, la lentitud de los preparativos. Mientras subíamos hacia Giant Panda Miguel escudriño algunos coches desguazados al borde de la pista para buscar la pata de un limpiaparabrisas. Me pareció oírle decir que uno de ellos le iba bien. Un paseo de quince minutos nos basto para llegar a la entrada. Cerca de la boca varias cabañas bien arregladas decoraban con exactitud cántabra los prados. Podríamos llamarlo, si me permitís, un entorno encantador. Mientras nos colocábamos encima el equipo para verticales hicimos chistes sobre la seguridad de los puntales que impiden a la entrada de Giant Panda desmoronarse. Un montón de tierra y piedras que milagrosamente sigue en pie, tras varios años de precario montaje.
El orden de entrada fue: yo el primero, Miguel el último y el resto en medio. Pepe iba justo detrás de mi. Primero vinieron dos pozos sin complicación alguna. Pero lo más importante venía después. Había dos bonitas estrecheces. Lo adecuado era que cada espeleólogo instruyese al que le seguía en el paso de las dos estrecheces. Todo iba sobre ruedas hasta que la talla XXL de Chicha se atrancó en la primera estrechez. Le costo cinco intentos conseguir pasar por allí. Y lo hizo gracias a que todavía tiene las tablas del gran espeleólogo que fue. Esperando la resolución del problema, la mitad del grupo -que había pasado antes que Chicha- practicaba la paciencia abajo de la sima.




Pasaba de una hora ampliamente el tiempo de espera cuando por fin pudimos reanudar la marcha a través de Gorilla Walk. En el punto de encuentro con Second River pudimos, de nuevo, caminar como humanos. En ese lugar paramos brevemente y abandonamos los equipos verticales, unos trozos de cuerda y algunos neoprenos. A la vuelta se vería quienes querían salir por el Hoyo de la Reñada. Básicamente el resto del recorrido hasta el Astradome fue cómodo. Solo el enlace entre First River y el llamado Third River incluye algunas gateras de poca monta.
Entré el último en el Astradome para intentar hacer alguna foto al grupo. Todos estaban repartidos por la base del cilindro.  Comimos, bebimos, charlamos y nos felicitamos por haber tenido la suerte de conocer este lugar. Y luego nos fuimos. Como Sergio y Pelos se habían cansado de practicar la paciencia y tenían un poco de prisa salieron muy rápido. Pronto dejamos de oírles.
 Según me iba acercando a la confluencia con Second River menos claro tenía como tomar la decisión. El problema es que si bien Giant Panda tiene dos jodidas estrecheces, la  ruta hacia Cueva Riaño tampoco es un camino de flores. Primero hay que pasar un laminador medio inundado con el suelo de grava. Las tres veces que he pasado por este sitio tuve que hacer un surco en la grava para caber. Y todavía no sé por qué esta vez era tan optimista. Luego hay dos pasos con trepada y/o destrepe delicados. Y para rematar la faena hay unas arrastradas cerca de la salida.
Pepe, Miguel, Chicha, Ángel y yo nos fuimos río arriba de Second River. Chicha pensó que eso sería mejor que pasarlas putas de nuevo en la jodida estrechez. Pero  pronto descubrí que las cosas no iban a salir como yo tenía planeado. Llegue al laminador de marras arrastrándome por el lecho del río. Totalmente empapado me percaté de que, si no usaba una paleta para hacer un surco, no iba a pasar por allí.  Y no tenía paleta.
Volviendo en directa hacia Giant Panda escuchamos al último del otro grupo bregando con la estrechez del meandro. En esa no habíamos tenido problema entrando y no lo iba a haber ahora saliendo. Pero Pepe estaba preocupado por la otra. Previsoramente dedicamos veinte minutos a romper con la maza los puntos más críticos del paso. ¡Bingo! Esta vez Chicha paso a la primera sin grandes dificultades.
Cuando salí ya era de noche. Antonio J. y Zaca se habían ido. De nuevo tuvimos que practicar la paciencia. Durante un rato combatí el frío dando saltitos y mirando los bichos que habitan en la zona. Pero lo más placentero del día fue llegar a la casa rural y poder tomar una ducha hirviente. Mientras nos deleitábamos comiendo, una pincelada de satisfacción teñía todas las expresiones faciales. Y especialmente la de Chicha.





Para Ver Más Fotos Pulsar Aquí

6/11/11

Humillados


5/11/2011

            Lo de Cueva Vallina no se arreglo. Ni Sergio, ni Manu, ni Miguel (al que ni siquiera había avisado esperando un quórum que no se alcanzó)  iban a ir a Vallina. Quede con Miguel para revisar el enlace entre Cueva Riaño y La Hoyuca, vía Second River. Un grupo de cuatro espeleólogos del SCC iban a salir a la 415 ese mismo sábado.
            Había llovido toda la noche del viernes y seguía haciéndolo el sábado. La cosa no pintaba demasiado bien para entrar en la parte activa de Cueva Riaño y menos todavía para aventurarse en la zona sifonante de Second River.  Así las cosas fuimos hasta la boca y comprobamos que el regato que alimenta la red de entrada de Cueva Riaño se había convertido en el Amazonas.  Decidimos unirnos al grupo de Alicia, Carlos, Paco y Jesús para entrar en la 415 de Matienzo. Nos cruzamos con la furgoneta de Alicia y poco después estábamos aparcados en la carretera local cercana a la entrada.  Las nubes nos habían dejado un intervalo entre aguaceros que debíamos aprovechar para encontrar la boca.
            Muy alegremente, y seguro de mi mismo, inicié la cortísima aproximación. Algo más de cien metros por la pista que va a la casa de los silos y unos cincuenta metros de bajada por el prado. Debí pasar a unos dos metros de la cueva pero el bardal de zarzas, ortigas y otras herbáceas me oculto la boca. Tenía un recuerdo erróneo del tamaño de ésta. Es mucho más reducida que la imagen que recordaba. El GPS de Carlos solo sirvió para enviar al resto de la tropa a una batalla sin sentido. Estaban fuera de juego antes de comenzar la búsqueda. Barrí insistentemente el prado de arriba abajo y de izquierda a derecha sin resultados. Luego se sumo Miguel quien tampoco obtuvo de su esfuerzo nada. Por el camino hacia ningún sitio Alicia encontró una torca reseñada con algún número entre 0 y 3700. Un suerte ambigua.
A las dos horas, con varios aguaceros a nuestras espaldas, tiré la toalla y me fui al coche. El resto hizo lo mismo poco después. Solo le costo abandonar a Carlos que se lo había tomado como un reto personal. Yo me sentía humillado. Cinco veces había estado en la 415 sin problemas -la última en el 2005- y ahora me hacía esta jugarreta. Para consolarnos nos fuimos a Casa Germán, en Matienzo, y dedicamos tres horas a comer. Comimos muchas cosas pero el cocido montañés fue la estrella. Los fritos, menestras, escalopes, solomillos, bacalaos y demás minucias no merecen más mención que el haber contribuido a los placeres gastronómicos. Estaba claro que no era día para la espeleología.





6/11/2011

            El domingo a las diez de la mañana miré la página web de Matienzo Caves y descubrí en una foto la posición de la 415. Los aguaceros continuaban amenazando y no había otra cosa mejor que hacer que espeleología. Inmediatamente llamé a Alicia y Carlos. Carlos se mostro encantado en volver a la carga. Quedamos en Solares a las once.
            Foto en mano y desde la bajada del Alto Fuente las Varas a Matienzo verificamos la posición de la 415. Esta vez no tuvimos problemas, después de apartar las hierbas y un lío de alambres apareció el agujero de mierda. Deje clavado el paraguas junto a la boca y me introduje con ansiedad mal disimulada. Tras una rampa y un destrepe delicado aterrizamos en una sala alargada.
            La cuerda de ascenso a la galería que continua la cueva está tan mal instalada como siempre.  Un roce, agudizado por el inevitable balanceo del espeleólogo que asciende, dicta una solución obvia pero que nadie se toma la molestia en realizar. Es el destino de los vagos. La próxima vez lo haremos… si es que nos acordamos. Finalmente lo harán aquellos a los que se les parta la cuerda.
            Unos divertidos pasamanos y un par de gateras nos depositaron en una amplia sala. Al final de la sala las coladas blancas decoradas con estalactitas y columnas -blancas también- nos llevaron a las fotos. Fotos y más fotos. En el vericueto de las excéntricas más y más fotos. Incluso con Carlos dudando en un laminador fotos y fotos. Que algunas salieran mal no era problema. Derrochamos tomas fotográficas con la esperanza de que algunas fuesen verdaderamente buenas. Raramente me lanzo tanto. Seguramente es la carencia de espeleo fotogénica de los últimos meses. Necesitaba enzarzarme con las fotos. La proliferación de excéntricas de calcita lanciformes, espadiformes, estandarteformes, anudadas, anilladas, enlazadas, etc… atosigaba.
            Paramos un montón de veces. En cada parada un montón de fotos. Recordaba una excéntrica anudada en forma de ocho sin tocarse el nudo. Pero solo encontré un ocho que se rozaba. Problemas de memoria selectiva. Cada vez que recordamos algo lo recreamos a nuestra manera. Todos los días nos ocurre cien veces. Proust lo descubrió por sí mismo y lo expreso literariamente. Carlos, Alicia y yo teníamos hambre.
            De vuelta en la sala comimos tortitas de maíz, pan bimbo, maicitos, lomo ibérico del DIA, chorizo y discutimos acerca de la ibericidad de los cerdos. ¿Basta con que hayan nacido en España o es necesario que sean comedores asiduos de bellota? De cualquier forma un cerdo es un cerdo aunque formalmente hablaríamos de Sus Scrofa Domestica.  Poco después nos fuimos a ver más cueva.
            Una rampa con varias gateras nos llevo a una sala con cascada lateral cayendo del techo. Por un destrepe alcanzamos otra sala más grande. Más allá apareció una enorme galería en forma de cañón con un surco central serpenteante y estrecho. Aquí yo veo más posibilidades de continuación de las que exhibe la poligonal. Aún más allá trepamos casi hasta el techo por un caos de bloques con más posibilidades de continuación escalando en artificial. Por el fondo una zona laberíntica con multitud de desfondes que habría que mirar cuidadosamente.  En juego está una potencial conexión con la Torca del Mostajo.
            A las cuatro y media tiramos hacia la salida. Las arrastradas habían hecho el efecto adecuado produciendo cansancio de buena calidad en forma de dosis para varios días. En el camino encontramos varios chorros de agua que no existían hace unas horas. Nos esperábamos lo peor.  Y así fue, diluviaba en Matienzo. En las rampas de salida comenzamos a calarnos y cuando salimos al prado nos empapamos a conciencia. El camino de vuelta cuesta arriba y el proceso de cambiarse de ropa fue lo más duro de esta salida. Menos mal que Alicia puso la calefacción de la furgoneta en acción y durante la vuelta a Solares pudimos entrar en calor. Y de allí directamente a casa; sin dudarlo ni un instante. 








Para Ver Más Fotos Pulsar Este Enlace