25/5/14

Misterio

Foto: Espeleofoto



Todo está construido del mismo material que nuestros sueños. Esta afirmación no se me ha ocurrido a mí. Algunos Premios Nobel -como Schrödinger y Bhor-, algunos literatos -como Calderón o Shakespeare-, algunas tradiciones religiosas como el Budismo -y me quedo sólo con la punta del iceberg- hacen declaraciones similares. De una manera u otra todos afirman lo mismo: la mente y la realidad están construidas de la misma sustancia. Nada material.
En este paisaje -vacío de solidez- queda en relieve la irrelevancia de nuestros afanes. A la Naturaleza le da igual nuestras opiniones y nuestros deseos. El tiempo no significa nada. ¿Para qué sirven tantas preocupaciones? ¿Para que tanto esfuerzo? Todo surge y luego todo se desvanece. La Naturaleza tiene un tiempo ilimitado para crear… y para destruir. Como esos mándalas que fabrican -a base de arenas de colores variados- los monjes tibetanos, con un esfuerzo y una concentración sublimes, para luego destruirlos de inmediato. Ese es el camino de todo lo existente. Así pues podemos creer en el impulso de construir y también en el de destruir. Ambos son inseparables.
 Solo nos queda una certeza: el misterio que habita en cada uno de nosotros, en cada ser vivo y también en cada piedra y en cada átomo. Por eso el misterio es lo único sagrado y, en la medida en que todo es habitado y sustentado por el misterio, todo es sagrado. Y es también por eso que elijo un camino:  respetar las formas de existencia y realizar la mínima acción posible. Y en el mejor de los casos el camino de la no-acción. Aunque sé que todas mis elecciones y todos mis esfuerzos son irrelevantes.

Trío

Foto:   Chus   

Intenté convencer a varios compañeros del SCC para que vinieran a Sonámbulos pero no hubo manera. Ya tenían previsto salir el sábado y además estaba el partido del Racing haciendo sombra a todo. El domingo se votaban las elecciones europeas. Marisa y yo y pasamos por el colegio electoral a las ocho y media. Ya estaban todos los miembros de la mesa y lo tenían todo organizado. Pero no nos dejaron votar hasta la hora oficial de apertura: las nueve. Aproveche la ocasión, saludé a Raúl y le pregunté por su largo periodo de ausencia de las aulas.
A las nueve y un minuto salíamos de Rubayo por Heras hacia la autovía. La llovizna era muy fuerte y las nubes densas. A mayor altitud había niebla. Sin embargo hacia el interior de los valles no hacía tan malo. De hecho en Ramales no llovía. Aprovechamos la coyuntura y no nos demoramos. A las diez nos reuníamos con Mavil en la curva para subir a la Cueva del Gándara. Éramos un trío.
Cada vez que me planteo ir a esa zona se me hace un mundo el trayecto. Sabes lo machacante que es la continua sucesión -sin tregua- de trepadas y destrepes. Sin embargo si te colocas en la adecuada actitud las cosas mejoran: cada paso lo miras de forma aislada sin alimentar la expectativa de los pasos que le seguirán. De esta forma cada cosa adquiere su verdadera dimensión. Marisa tuvo  dificultades con la larga sucesión de dificultades que fueron minando sus energías.
A las dos y media alcanzábamos el acceso a la zona. Habíamos entrado en la cavidad a las once menos cuarto. Marisa se había cansado bastante. De hecho hubo un momento, unos veinte minutos antes, en que quiso quedarse a esperarnos. Pero la disuadí de ello. Antes de visitar la zona -y de ponerme a trabajar- almorzamos seriamente: bocadillos variados y postre: plátano y chocolate. Se nota la ventaja de venir con una chica que se preocupa por la alimentación.
Hicimos un recorrido somero hasta llegar al final del largo pasamanos. Mientras ellos visitaban el sector principal reorganicé el material de instalación y me puse a la tarea. Cambié las chapas recuperables por chapas de acero inoxidable y también puse maillons de acero inoxidable. Los maillons náuticos son excelentes pero hay que tener mucho cuidado al roscarlos porque tienen una pieza independiente que puede caerse. Corté el cable con una sierra radial ajustada a la taladradora. En algunos fijaciones, por la posición del cable, me costo hacer el cambio. Luego eliminé un anclaje a una hermosa columna y metí dos parabolts de cabecera. Una cuerda más nueva y de mayor diámetro mejoró este punto. A continuación metí cinco fijaciones para tender el pasamanos por un conjunto de repisas a mayor altura pero más cómodas. Mejoro mucho la salida a la plataforma intermedia.
Empezaba a sentirme cansado. A Marisa y Mavil les escuche pasando de un sector a otro, pero hacía ya mucho tiempo. El montón de trastos que llevaba, en mi atolondramiento, se habían enredado entre sí un par de veces. Prueba de que no andaba muy fino. Termine de tender las cuerdas, almacené en un rincón todo el material y volví al final de los pasamanos para recoger el resto de las cosas. Hice la saca al montón y salí en dirección al pozo de acceso a la zona. En la base del pozo estaban Mavil y Marisa pero no hacía mucho que esperaban. Hicimos una merienda-cena –ya eran más de las siete- rellenamos las botellas de agua, distribuimos el peso –el equipaje había disminuido- y comenzamos la vuelta.
Por el camino Mavil me acribilló a preguntas sobre la cueva.  Tuvimos que hacer un par de descansos para recuperar. El amontonamiento era progresivo. Los laminadores finales acabaron de darnos la puntilla. A las doce salíamos al exterior. Tiempo en calma, 7ºC y nitidez en el ambiente.

17/5/14

Mostajo


Esta es la salida de grupo del mes de Mayo. Cuatro cursillistas (Adriana, Ester, Ana y Marco) Juan, Julio, Nacho, Nano y yo. El encuentro se produce a las diez de la mañana en Solares. Enseguida nos vamos hacia Matienzo por Solórzano. El día está soleado y agradable. Me acuerdo muy bien de donde esta la boca. Pero ninguno nos acordamos de la ficha de instalación. Y tampoco de los pasamanos y tramos de cuerdas en el interior.
Muy poco tiempo los preparativos nos demoran. Se nota que los principiantes están ganando tablas. En cinco minutos alcanzamos la boca -el calor está arreciando pero no tiene tiempo de desecarnos-. Instalo una vía de descenso mientras Juan instala por la pared de enfrente otra. Las cuerdas no llegan al fondo. Por suerte tenemos otra cuerda de veinte metros, reservada para el interior, y fraccionamos en una rampa intermedia... Nuestros recuerdos no suelen ser suficientemente fieles. Es necesario tener una ficha o guardar unos apuntes de las instalaciones En caso contrario es probable que te enfrentes a una frustración.
Mientras llegan todos abajo me paseo revisando el estado de los suelos de la cavidad. Por desgracia muchos campos de corales negros están pisoteados por trochas demasiado anchas y hay bifurcaciones totalmente innecesarias. Pero todavía es posible salvar una buena parte del paisaje. Casualmente, sin proponérnoslo, hemos respetado abundantes áreas transitando por sendas. No obstante de vez en cuando unas huellas rompen de forma arbitraria alguna superficie arenosa/cristalina o algún campo de corales.
El pasamanos cercano a la entrada está bien instalado. Después de una larga gatera arenosa pasamos por varias salitas con suelos, techos y paredes delicados. Una cuerda con nudos  permite el acceso a otra gatera pedregosa y algo agobiante. Curiosamente la recuerdo mucho peor de lo que en realidad es. Un ejemplo más de cómo reconstruimos nuestros recuerdos con una nueva forma cada vez que los convocamos.
Me detengo para hacer unas fotos a la salida de la gatera. Luego continuamos por la galería que multiplica sus zonas coralinas. Me parece que en esta zona se podrían salvar bastante zonas más de un tránsito indiscriminado y poco cuidadoso. Poco antes de llegar a la ventana del pozo de cuarenta vemos una cuerda que asciende a un piso superior. Para nuestra sorpresa resulta que la cuerda es de cáñamo. De las que suelen usarse para atar burros… Juan documenta el hallazgo fotográficamente para, posteriormente, averiguar quienes han diseñado esa instalación.



Un poco más allá de la ventana del pozo de cuarenta llegamos a un desfonde que se salva por un pasamanos. Como ninguno recordaba este paso hemos dejado el material para verticales antes de la gatera. De momento no podemos llegar a la zona final de la galería en donde hay algunas formaciones especialmente raras.
Al poco tiempo estamos volviendo al otro lado de la gatera. Mientras se aclara lo que vamos a hacer me pongo a diseñar un sendero en las salitas con el objetivo de salvar la mayor sup. posible de campos de corales y gours. Cuando acabo la primera etapa vuelvo a comer. Los principiantes, junto con Nacho, deciden volver a pasar la gatera para ver la zona final. Julio se ocupa de poner algunas tarjetas ZB, Nano pone hilo, Juan hace fotos. Me pongo a realizar una segunda etapa después de un corto descanso. Nos juntamos en una salita y mientras siguen en esta zona me acerco por la gatera arenosa a realizar la tercera etapa.
Cuando termino el trabajo están llegando todos a la plataforma plana donde termina el pasamanos. Nos despedimos a voces. En el exterior continua haciendo un sol brillante. Es una tarde de primavera –casi diría de verano- . Cerca de la última desviación me encuentro un tractor que ha perdido una enorme bala cilíndrica de paja obstruyendo el paso de los vehículos. El paisano está intentando, sin éxito, volver a cogerla con las barras del tractor. Me pongo a ayudarle. Primero recolocamos la bala para ensartarla con más facilidad. Luego empujo oponiéndome para que las barras penetren en la bala. Precariamente tenemos éxito y el tractor continua su camino y yo el mío.
Llego a casa temprano -el calor es muy importante ya- me ducho y como. Por supuesto lo primero es una cerveza bien fría... Ahora os voy a hacer una pregunta bastante difícil (enviar respuestas>>>>)
¿Qué tiene una cerveza bien fría, un día caluroso, que la hace tan placentera?