16/1/16

Zerene Stack



   Decidí ir el sábado a La Hoyuca para hacer unas fotos y volver a casa para la hora de comer. El domingo también tenía espeleo. Además quería ir el sábado por la tarde a la filmoteca con Marisa a ver Hrútar, la galardonada película islandesa. Así que cogí las dos maletas de material fotográfico y las metí en la saca de porteo. Para rellenar las rendijas que quedaban en la saca metí el trípode y el material de fortuna por si fallaba la iluminación (la Stenlight es casi imposible que falle).
   La carretera de Hoznayo a Riaño estaba de pena. No sabía lo que estaban haciendo pero aquello parecía más como si hubiera pasado un ejercito de tanques y excavadoras y seguidamente lo hubieran llenado de cráteres las explosiones de los morteros y las minas. Y me constaba que llevaba así varios meses… De cualquier forma conseguí llegar a Riaño en el Toyota.  El Renault Clio se había quedado en casa sin batería por el frío.
   El tiempo había mejorado algo la mañana del sábado. Crucé el prado un poco sesgado para evitar pisotear demasiado la hierba. El suelo estaba enfangado. Comprobé con alegría que la boca de la cueva es cada vez más grande y, por tanto, más cómoda. Pude evitar los chorreos que riegan la estrechez de entrada y encaramarme al corto laminador que hay más allá. No tenía muy claro que es lo que iba a fotografiar, así que deambulé durante un rato mirando el paisaje. Finalmente me incliné a realizar las fotos en el mismo lugar en el que, hace unos años, había hecho ya una. Tras la sala de la cascadita a la izquierda hay que subir un resalte y se llega a una zona de laminadores costrosos con muchas formaciones. Me quite la saca y dispuse su contenido lo más ordenada y cómodamente que permitía el terreno.
   Las fotos iban a ser en el mismo sitio que hace años. La diferencias consisten en que la cámara actual es mucho mejor y, además, los cinco potentes flashes llenan de luz las fotos (hay dos más que no caben en la maleta y que se quedan en casa).  Además, y eso es lo más novedoso, existen herramientas informáticas con las que es posible mejorar la calidad de la foto. La que me interesaba ese día es una que resuelve un importante problema que aparece en la fotografía subterránea. La profundidad de campo disminuye cuanto más abrimos el diafragma, enfocándose unas zonas y quedando desenfocadas otras. Si cerramos el diafragma tendremos que dar varios flashazos lo que conlleva un problema con los objetos o sujetos móviles. Aún cerrando el diafragma la profundidad de campo tiene sus limitaciones de enfoque nítido. Así pues es un compromiso difícil. La solución está en un conjunto de programas (Zerene Stack, Helicon Stack, etc) que permiten fusionar una serie de fotos (stack) tomando de cada una la zona que está mejor enfocada
    Durante un rato que se me hizo muy largo fui colocando los cinco flashes en posición. Dispuse los dos que permiten un control total de sus parámetros de disparo por radio en los puntos más lejanos. Entonces empecé una serie de pruebas para controlar la iluminación (ni tostado, ni oscuro). Cuando la cantidad de luz me pareció correcta fui haciendo una serie de fotos, todas iguales, cambiando sólo la distancia de enfoque. En total hice cinco aunque después me di cuenta que debía haber hecho, al menos, dos más. Esto hay que tenerlo muy claro: durante el procesamiento si una zona determinada no está enfocada en ninguna foto no lo estará en el producto final.
   Nada más acabar la serie fui recogiéndolo todo ordenadamente, empaque y me fui. A las dos estaba en casa duchándome y poco después comía plácidamente. Definitivamente un trabajo agradecido y liviano. 

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