Fotos: Miguel F. Liria
Textos: A. Gonzalez-Corbalán
Nos corría
prisa realizar la topografía de El Pozo. Finales de año, presentación de
memorias y solicitud de permisos. En realidad este año habíamos, más bien
habían ya que yo fui pocas veces, trabajado demasiado
para lo poco que habíamos conseguido en El Pozo. Por eso, y por que la zona es
poco acogedora, mis ganas de ir a trabajar en ese inhóspito lugar eran escasas
y sobrevenidas por la pura necesidad de los plazos de entrega. Pero los dados
estaban echados y terminamos fijando para el jueves, día de la Inmaculada, una
salida para topografiar, terminar de mirar los flecos
que quedaban y retirar todo el material.
A las
nueve y media me reuní con Miguel. Habíamos quedado con Jón
y Mikel el Joven en el aparcamiento. Pero cuando llegamos ya se habían ido a la
cueva. Miguel y yo fuimos detrás. El objetivo era topografiar
mientras ellos miraban los flecos. Un plan sencillote.
Si embargo las cosas se iban a retorcer de manera muy distinta a nuestras
expectativas. Un olor asqueroso nos
apestaría el día. Todo comenzó a unos metros de la entrada**.
El jueves
por la mañana no sabíamos quien, o quienes, habían sido los autores de los
destrozos vandálicos de todas las balizaciones pero
el efecto mental que nos produjo fue muy fuerte. Así que todo nuestro trabajo
de topografía en El Pozo estuvo teñido de un sentimiento ominoso. Ya habíamos
comprendido hace muchos años, décadas, que todo descubrimiento espeleológico
supone una amenaza de destrucción total para el medio subterráneo pero la
cercanía física y temporal de todo ello me producía un escalofrío. Siento que
soy uno de los que carga con mayor culpa al comunicar mi entusiasmo por la
espeleología a otros seres humanos.
Mientras
Miguel y yo íbamos topografiando desde la base del
balcón de El Patio hacia la parte superior de El Pozo Mikel y Jón hurgaban por los ramales laterales y por las alturas
buscando alguna posibilidad. No tardamos mucho en alcanzarles cerca del tapón
final del pozo. Una vez que comprobamos que cualquier progresión supondría una
desobstrucción comenzamos nuestra retirada desequipando
todo lo posible. Algo teníamos que dejar para bajarnos! Luego recorrimos las
rutas laterales a la chimenea ciega, la gran fisura hacia el este y la ruta
enrevesada. Parte de todo esto lo hicimos con Mikel y Jón.
Incluso se volvieron a mirar las prolongaciones hacia el este de la fractura
que forma el pozo. Pero no hubo éxito. Finalmente Miguel y yo ascendimos hasta
el final del pozo para terminar de desequiparlo
mientras Jón y Mikel hacían lo mismo por la ruta
enrevesada.
Cuando nos
vinimos a dar cuenta de que no teníamos el taladro, ni la cuerda de 60,
estábamos arriba del todo desmontando el pasamanos de acceso a la chimenea
ciega. Sin embargo Miguel lanzo el cabo de una cuerda de 52 que teníamos y Jón nos indicó desde abajo que llegaba. Montamos una
cabecera muy eficaz con las dos fijaciones que estaban puestas y rapelamos sin mayor problema. Miguel, al bajar, desmonto
todos los fraccionamientos que restaban. Las cuerdas se recuperaron de forma
impecable. Mientras volvíamos fotografiamos la destrucción de las balizaciones para su posterior documentación. Ya en La
Gándara nos tomamos unas cervezas aunque no había nada que celebrar.
** Durante
cuatro años los espeleólogos, tanto cántabros como foráneos, han respetado las
numerosas balizaciones para preservar zonas frágiles
en cuevas de Cantabria. Para ser exactos, el proceso de balización comenzó el
8/6/2012 en Udías pero el primer trabajo en la Cueva
del Gándara fue el 2/12/2012 es decir hace más de cuatro años. Decir que se han respetado significa lo
siguiente: en zonas muy transitadas hemos
tenido que reponer cada cuatro meses menos de 10 tapones de fijación y una o
dos varillas rotas por un tropezón fortuito. Los que nos hemos comprometido
con la balización contábamos con ese trabajo de mantenimiento desde el
principio. Afortunadamente la gente suele intentar una reparación sencilla
cuando ocurre algún desperfecto. Así han transcurrido cuatro años en la
Red de el Gándara sin problemas. La
última verificación fue el 23/10/2016, es decir hace poco más de un mes. Sin
embargo lo que parecía imposible sucedió: todas las balizaciones
han sido destrozadas entre el 23/10/2016 y el 8/10/2016.
Tenemos
constancia de que entre los grupos que han entrado entre esas dos fechas, el que
ha producido ese brutal deterioro ha sido el Simulacro Anual de Rescate del Esocan realizado los días 11, 12 y 13/11/2016. Dejemos que
ellos mismos nos cuenten sus grandes proyectos para el futuro de la
espeleología en Cantabria;
“Durante estos años las exploraciones
en los sistemas subterráneos de Cantabria no se han detenido, sino que al contrario
continúan con fuerza. Gracias a este esfuerzo aparecen nuevas y exigentes
rutas: Torca del Acebo-Rubicera y Sistema del Gándara
están llamados a ser la piedra de toque en las que los deportistas se retan y
se consagran.
Recientemente han sido publicados
sendos trabajos descriptivos de la travesía Calígrafos-La Gándara. Esto traerá
sin duda un aumento en la visita de esta dura travesía. La dureza de la misma,
su longitud y poco conocimiento de la misma, tanto de los deportistas como de
los grupos de socorro, de producirse un rescate, que necesariamente será duro y
largo, va a crear situaciones de alarma social.
Tramo elegido:
Sistema del Gándara. Desde el Vivac de
los Franceses hasta la calle.
Propuesta general:
Un equipo sanitario ESCOAN entra el
viernes por la boca de la Gándara hasta el vivac de los Franceses. Pernocta
allí a modo de punto caliente del accidente y a las 8 de la mañana inicia el
ejercicio.
El sábado a las 8 de la mañana se
incorporan el resto de equipos sucesivamente.
Para extraer una camilla desde el
vivac hasta el exterior se propone dividir la ruta de evacuación en 6/7 zonas
de trabajo. Ver plano adjunto.
Duración aproximada del ejercicio. Si
se considera que el tiempo de transporte de camilla es tres veces el tiempo de
progresión de los deportistas, iniciando la evacuación de la camilla
directamente desde el vivac de los Franceses, se estima una duración aproximada
de 12 horas de movimiento de camilla. Desde las 8 de la mañana hasta las
20:00-22:00 de la noche.
Esta propuesta podrá ser variada
conforme conozcamos el número total de efectivos disponible, pudiendo ampliar
el recorrido dentro de la cavidad.”
Queda
claro que las cosas tienen una prioridad diferente según quien las mira. La
Cueva del Gándara contiene zonas muy delicadas que todos reconocemos que hay
que proteger. Sin embargo la publicación de la travesía y el subsiguiente
tránsito de la cavidad por deportistas, cansados y con prisas, que deben consagrarse traerá deterioro a zonas
frágiles y, desgraciadamente, llevará a accidentes también. Esto último
conducirá a rescates reales, a simulacros de rescate y esto, a su vez, a más
deterioro de zonas frágiles.
Este simulacro pasó justo por encima de
zonas de máxima protección, como las excéntricas de la Sala Ángel, y dejo
destrozadas todas las balizaciones por las que
transitó. Pero esto último, a pesar del desprecio que supone por el trabajo de
los demás, en el fondo carece de importancia porque esas balizaciones
se pueden reponer con algo de esfuerzo y buena voluntad. Lo que jamás se
reparará ni restaurará son las huellas y destrozos que dejo en el paisaje
subterráneo en general, y en particular en ciertas zonas coralinas, el paso de
un ejército de personas afanadas en transportar una camilla.
Ahora
que sabemos quién es el responsable de todo esa destrucción y la última razón de
los destrozos nos preguntamos que podríamos hacer para remediarlo. ¿Qué es lo
que queremos? ¿Explorar las
cavidades, disfrutar de su belleza, preservar su riqueza científica y
paisajista? ¿O más bien queremos convertirlas en una pista deportiva en que los
mejores deportistas puedan retarse y
consagrarse? Antes de responder esta pregunta debemos tener en cuenta que
hay una diferencia entre el medio subterráneo y el exterior (montañas,
barrancos, paredes, bosques…): El subterráneo no se regenera jamás. La
tendencia deportiva actual de superar todos los límites en todas las
actividades es algo que no desapruebo, siempre y cuando no implique la
destrucción del medio subterráneo. La travesía Calígrafos-Gándara podría
realizarse estableciendo una normativa adecuada. Los grupos deberían recibir
instrucciones acerca de la preservación de las zonas frágiles, debería
controlarse el número máximo y mínimo de personas que puede formar un grupo y
el total de grupos que pueden recorrer la travesía por semana o mes. Sin esta
normativa, que de hecho debería extenderse a todas las cavidades, dentro de
poco el Gándara se convertirá en una pocilga como muchas otras cuevas son ya. Y
en cuanto a los simulacros lo menos que deberían ser es respetuosos con las
cuevas, eligiendo zonas no frágiles y respetando las balizaciones
que señalan zonas frágiles.
Sabemos
que en el Gándara se han roto por espeleólogos cansados y poco concentrados,
hace ya varios años, varios espeleotemas
absolutamente únicos que nunca volveremos a ver. Y miles y miles de ellos en
muchas zonas están pendientes de que alguien pase rápido y veloz, persiguiendo
realizar su reto y consagración personal,
y tropiece con ellos, o simplemente los pise (porque en los suelos, aunque no
lo creáis, también hay maravillas). Si no adoptamos medidas generales asistiremos
impotentes a la destrucción de una cavidad tras otra por aquellos que más
deberían protegerlas:
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